A Talentos
ocultos/Hidden Figures le caben los apelativos de Drama edificante o Film
inspirador, motes que encierran el cuento de hadas para adultos que, créase o
no, ocurrió en la realidad.
Se centra en la vida y obra de tres mujeres negras que
fueron trascendentales para la carrera espacial de la NASA, allá en los lejanos
sesenta.
Katherine G. Johnson (Taraji P Henson) es una
matemática que si no es la definición de la genialidad, le anda cerca. De no
ser negra, tendría las oportunidades que merece. Mary Jackson (Janelle Monáe)
es una ingeniera hecha y derecha, aunque sin un título que lo avale, porque la
universidad no le está permitida por ser mujer y negra. Dorothy Vaughan
(Octavia Spencer) es otra matemática de genio, que ocupa un puesto de supervisora,
que no le es reconocido por ser negra.
En el breve resumen precedente, sobresale el problema
de la negritud. Estas tres mujeres tendrán que ganarse, con esfuerzo,
constancia y paciencia, su lugar en el
mundo. Como pasaba con The help /
Historias cruzadas (Tate Taylor, 2011) (Olivia Spencer es el puente con
esta película) cuesta creer cómo se discriminaba a los negros. Atestiguar la
estupidez de la segregación duele. Y sin embargo, hoy todavía se decretan leyes
antimigratorias y hay que esgrimir carteles con Ningún ser humano es ilegal. En
tiempos de retracción de derechos, esta película celebra la adquisición de los
mismos. Sabrá Dios si esta pertinencia ayuda a defenderlos o si los sacraliza
como cosa de un pasado irrepetible.
Kevin Costner, Kirsten Dunst y Jim Parsons interpretan
a tres blancos con distintas actitudes hacia las tres negras protagonistas. Y
el por estos días casi omnipresente, Mahershala Ali, es aquí el interés romántico de Katherine.
Este elenco acaba de ganar el Premio SAG (sindicato de actores
cinematográficos) al mejor Cast con toda justicia, impecables todos, del
primero al último.
Theodore Melfi, director de la simpatiquísima St Vincent (2014), sabe cómo crear
empatía, así que me rindo, Talentos
ocultos es una película edificante e inspiradora, también altamente
agradable y conmovedora. Debo confesar que la disfruté plenamente, reí y lloré
y me entretuve. Le perdoné unas cuantas cosas quizá, pero en tiempos de
oscurantismo y discriminación, desplegados por la mierda que nos gobierna, es
casi obligatorio permitirnos gozar de historias que terminen bien.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.