Leo
en la página oficial de la película: “un relato que destaca lo que hay de
caballo en el hombre y de hombre en el caballo” y se me despierta el interés,
porque por más urbanos que seamos, en algún recóndito rincón de nuestra memoria
genética guardamos recuerdos de nuestra relación con los caballos, no en vano
durante siglos y siglos, hasta la revolución industrial, dependimos de ellos
para casi todo.
Sigo
leyendo: “El amor y la muerte se dan la mano con insólitas consecuencias”.
Después cuando vea la película comprobaré que no mienten en lo más mínimo, que
entregan lo que prometen.
Continúo: “Los destinos de las personas que habitan este paisaje se ven a través de la percepción del caballo” y viceversa, porque las historias que se narran comienzan siempre con primeros planos de ojos de caballo y también de humanos.
Cuando
la película termine, leeré en los títulos finales: “No se dañó a ningún
caballo, todas las personas que participaron en el rodaje son propietarios y
amigos de los caballos”, aclaración más que pertinente, ya que en más de una
ocasión los pobres equinos no la pasan del todo bien. Además cuánto más nos
acercamos a la naturaleza, a lo básico o esencial, el humor tiende a ser negro.
La
elocuente imagen del afiche pertenece a la primera historia que en realidad son
dos, la pasión de los caballos que tendrá estúpidas y trágicas repercusiones y
la de los dueños, que por audaz decisión de ella no terminará del todo mal. El
paralelismo (y no digo más para no develar sorpresas) es claro, ella es la
dueña del caballo y él de la yegua y por eso la relación se establecerá gracias
al mandato de ella.
Los
distribuidores argentinos le agregaron Historias al título en inglés (¡sabrá
Dios lo que significa el título original en islandés!) que dice simplemente Of horses and men o sea De
caballos y de hombres. Me gustan mucho los títulos que empiezan con la
preposición “de” en el sentido de “sobre” tales como De dioses, hombrecitos y policías (novela de Humberto Costantini) o
De dioses y hombres (película de
Xavier Beauvois) porque en esa “de” que quiere decir “sobre” yo leo “De la
estupidez de…” y aquí hay mucha estupidez, porque, quien sabe, quizá la
obtención de la felicidad sea sacarnos la estupidez de encima.
Historias
de caballos y de hombres
(película islandesa de 2013 dirigida por el actor Benedikt Erlingsson) es de
esos regalos que se inmiscuyen en una cartelera dominada por la oferta yanqui
casi por milagro. No sé ustedes, pero yo a los buenos regalos los disfruto. Y
si son inesperados más todavía.
Gustavo Monteros
Gustavo Monteros
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