Los cinéfilos, a veces, por presumir
de enciclopedismo son ilógicos o, lisa y llanamente, tontos. Alguien dice por
ahí que esta película es La malvada (All about Eve, Joseph Mankiewicz, 1950)
sin los sarcasmos o Persona (Ingmar
Bergman, 1966) sin la angustia. (La absurda comparación surge porque todas
estas películas cuentan con actrices teatrales como personajes principales).
Claro que es así, pero no por falencia sino porque este film tiene otras
intenciones. Hablar desde la calidez o desde el respeto, por ejemplo.
Hace unos veinte años, María Enders
(Juliette Binoche) ganó renombre interpretando, en teatro primero y en cine
después, a Sigrid, una chica que
enamoraba hasta el delirio, y quizá el suicidio, a su jefa, Helena. (Cualquier
parecido con Las amargas lágrimas de
Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder no es pura coincidencia,
confesión del director/guionista, Olivier Assayas). Ahora, un importante
director teatral le pide a María que vuelva a interpretar, nada menos que en
Londres, la misma obra, esta vez, por supuesto, su papel será el de Elena. El
de Sigrid lo hará una escandalosa actriz hollywoodense, Jo-Ann Ellis (Chloë
Grace Moretz).
María y su asistenta personal,
Valentine (Kristen Stewart) se hospedarán en un hermoso chalet de Sils Maria,
Suiza, y prepararán la obra en cuestión. Valentine leerá la parte de Sigrid
mientras María se adentra en el personaje de Helena, y de a poco la barrera
entre realidad y ficción se desdibujará hasta desaparecer entre las nubes del
título original (Clouds of Sils Maria).
No en vano un fenómeno nuboso da nombre a la obra que ensayan: Maloja Snake (La serpiente de Maloja).
El juego de realidad y ficción es
clave porque las historias que se cuentan surgen de enfrentamientos de espejos,
y se sabe que al jugar con reflejos no se puede discernir con claridad dónde está
la persona y dónde solo su imagen. Y aquí el juego es tanto dentro de la
película en sí como con elementos fuera de ella. Dentro de la película más de
una vez, María y Valentine intercambiarán roles. Elementos externos a la
película se perciben, por ejemplo, cuando Valentine habla sobre cómo actúa Jo-Ann
en películas pochocleras, sus palabras remiten directamente a la actuación de
la propia Stewart en la saga Crepúsculo.
También porque la anécdota central es el regreso de María a su Pigmalión, y que
Binoche vuelva a actuar con Olivier Assayas es asimismo una revisita a un
mentor primero, Assayas fue el guionista de Apasionados
(Rendez-vous de André Téchiné, 1985)
película que consolidó el estrellato de Juliette.
Lo fascinante es que si nos importa
un bledo esta cuestión de metalenguaje (en este caso el juego de cine dentro
del cine y esas cosas) igual podemos entretenernos a lo grande con el viaje a
la intimidad de una estrella, atestiguar cómo viven, cómo se relacionan, el
siempre atractivo lado B que promete el título en español. Algo así como Todo lo que siempre quiso saber cómo viven
las estrellas, pero nunca se atrevió a preguntar.
Las talentosísimas Juliette Binoche y
Kristen Stewart son dos actrices hipnóticas con estilos diferentes, que,
enfrentados, conviven con grandeza. La naturalidad de Binoche se complementa a
la perfección con la franqueza histriónica, casi salvaje, de Stewart. Es una
fiesta que el grueso de la película pase
por ellas, cada segundo esté lleno de una elocuente riqueza, hay detalles que
solo el talento puede proveer. Stewart, a pesar de su juventud, está en el
mismo nivel de excelencia que Binoche, quien sabe por experiencia que lo mejor
se logra por complementación, y no por la competencia inútil de lucirse más que
quien se tiene en frente. Y la película, que surgió de una idea que ella le
contó al director, en última instancia quizá hable de eso, de que el hecho
creativo está por encima de todo, y que los actores, por más fragilidad o
inseguridad que ostenten, son seres nobles y audaces, siempre a la altura del
desafío que acometen.
En resumen, una película valiosa que
quizá no sea una suprema e indiscutida obra de arte, pero que cuenta con dos
actrices que sí lo son.
Gustavo Monteros
Gustavo Monteros
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