Para mí, y presumo que para muchos
contemporáneos, porque gracias a Dios no soy único en nada, la aventura del
Kon-Tiki es como una de esas anécdotas heroicas que algún pariente repite
siempre en las reuniones familiares. Es que el Kon-Tiki era figurita repetida
en casi todos los libros de enseñanza del inglés. Después, los pedagogos del
inglés, cuando se cansaron de Kon-Tiki, atacaron con otra epopeya de Thor
Heyerdahl, la del Tigris. Pero basta de lamer heridas y pongamos en autos a los
que no tuvieron la suerte de cruzarse con Kon-Tiki.
Kon-Tiki es el nombre de la balsa con
la que en 1947 Thor Heyerdahl y otros cinco tripulantes unieron Perú con las
islas de la Polinesia para demostrar que los primeros habitantes isleños
vinieron de Suramérica. La expedición, con casi ninguna concesión a la
modernidad de aquellos tiempos, fue primero un libro de viajes y después un
documental. Ahora es un largometraje coproducido por Noruega, Suecia, Gran
Bretaña, Dinamarca y Alemania que este año representó a Noruega en la categoría
Mejor Film Extranjero para los premios Óscar y que perdió ante la pornográfica
y desagradable Amour.
Se supone que Kon-Tiki es una
película noruega pero ostenta todas las virtudes y los defectos de una
producción hollywoodense. Arranca con el lugar común de un incidente infantil
que supuestamente explica la intrepidez y las obsesiones de la madurez (andá,
como si un solo hecho pudiera evidenciar las complejidades de la conducta de
cualquier mortal). Luego, ya mayorcito y en pareja, Thor tropezará con la idea
que lo hará famoso internacionalmente. Le costará hallar financiamiento para el
viaje, lo logrará casi de casualidad y se lanzará al mar. No faltará la
providencial tormenta, el asedio de los tiburones, los temores y las
desconfianzas sobre la endeblez de la balsa. Todo enmarcado en bella fotografía
y recostado sobre mullidos colchones sonoros de muchos pero muchos violines y
pianos.
Habrá algunos personajes mejor
desarrollados que otros, estos otros se contarán por acciones y palabras que en
el mejor de los casos los vuelven intrigantes y en el peor de los mismos,
esquemáticos. Las actuaciones son buenas y la dirección de la dupla Joachim
Rønning - Espen Sandberg (Bandidas, Max Manus) prolija y eficiente.
En resumen, una película vistosa y
entretenida sobre una aventura real. Confieso que no me aburrió a pesar de que
conozco por lo antes mencionado cada detalle de la epopeya. Supongo que de no
conocerlos me habría atrapado más.
Un abrazo,
Gustavo Monteros
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