El cine pochoclero será eficiente o
no será. Y sí, me salió a consigna política. Al estar en tiempos electorales,
el estilo se me pega. La cuestión es que esa eficiencia narrativa a menudo se
confunde con calidad, si el producto nos atrapa, nos apasiona, nos deleita.
Conste que no hago un juicio de valor sino la descripción de una tendencia. En
estas vacaciones de invierno, mucha gente aprovechó para ir al cine, ahora a la
vuelta me preguntan mi opinión sobre El
llanero solitario, Guerra Mundial Z o Titanes
del Pacífico, ninguna de la cuales vi todavía. Como disfruto el diálogo,
devolví la pregunta y escuché sus opiniones. Recibí comentarios laudatorios y
detractores por exactamente los mismos motivos. Deduzco, entonces, que el cine
industrial yanqui es hoy un producto equiparable a las galletitas, elegimos
ésta por sobre aquella, nada más que porque se aviene mejor a nuestros
paladares. Lo cual no está mal, muerto el cine clásico y el cine de autor cada
vez más relegado, es lógico que las fórmulas y las triquiñuelas del cine de
productor se impongan como parámetros de excelencia, según nuestra disposición a
comprar dichas fórmulas y triquiñuelas. Dadas así las cosas, la mediación
crítica ya no tiene sentido, (por eso yo hago crónicas), nadie consumirá galletitas
que no le gustan porque un crítico las recomiende, ni nadie dejará de hartarse
con galletitas que le gustan porque un crítico las denueste. El cine
contemporáneo hollywoodense se instaló como producto y es el consumidor quien
tiene la última palabra, la razón, bah. De modo que si tal o cual película te
gustó, es buena y punto. Y si tal o cual te disgustó, es un bodrio y punto. Una
galletita, perdón una película, tiene una receta de tan similar casi idéntica a
otra, con detalles menores que las distinguen. Y uno compra lo que se le
ocurre.
Red
fue una sorpresa en la que Bruce Willis, Morgan Freeman, John Malkovich,
Brian Cox, Helen Mirren, Richard Dreyfuss y la “joven” Mary-Louise Parker tenían
buenos papeles, mejores situaciones y excelentes líneas. Un éxito inesperado
que hoy genera una secuela que celebro porque es el tipo de masita que no dejo
de comer hasta acabar el paquete. Un thriller irónico con toques de comedia o
una comedia irónica con toques de thriller. A veces en broma a mi Perrito le
digo Jackie Chan porque aunque viejo sigue dando pelea. Y eso es lo que hacían
en aquella (hoy) primera película dar pelea sin importar canas, arrugas, ni huesos
y músculos con retardo para responder. Y que ahora sin Morgan Freeman ni
Richard Dreyfuss, pero con Catherine Zeta Jones, David Thewllis y Anthony
Hopkins abordo siguen dando pelea, nada más que porque pueden, siguen vivos y (años
al margen) mantienen el magnetismo intacto. Los elegí antes, los elijo ahora y
elegiré una tercera, una cuarta, una quinta, si las hay, porque me hacen bien y
las considero buenas. ¿Lo son? Creo que ya respondí, como me hacen bien, lo
son. Y punto.
Un abrazo, Gustavo Monteros
Ah,
el título no se refiere al color sino que es una sigla: Retired Extremely Dangerous
o sea Jubilados Extremadamente Peligrosos. Dirigió Dean Parisot (La quiere matar, Galaxy Quest y Las locuras de Dick y Jane).
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