La
parte de los ángeles es una delicia. Una de esas escasísimas películas
milagrosas con las que se entra en empatía desde el primer segundo y que una
vez terminadas se quedan a vivir en uno. Es una comedia social del gran Ken
Loach (Pobre vaca, Agenda secreta,
Riff-raff, Como caídos del cielo, Ladybird ladybird, Tierra y libertad, La
canción de Carla, Mi nombre es todo lo que tengo, Pan y rosas, La cuadrilla,
Felices dieciséis, El viento que acaricia el prado, En un mundo libre, Buscando
a Eric, La otra verdad)
Robbie (Paul Brannigan) un
veinteañero que ha cometido un acto de violencia injustificable debe hacer
trabajos comunitarios. De reincidir en la violencia irá a la cárcel. Pero
evitar la cárcel se le dificulta porque… no, eso no lo puedo contar para no
arruinar el gusto. Lo que sí puedo decir es que sus compañeros de tareas
comunitarias (Gary Maitland, William Ruane, Jasmin Riggins) son unos inadaptados
tan desahuciados como torpes que es imposible que no despierten simpatía. El
encargado de hacerlos cumplir con las tareas, Harry (John Henshaw), un
humanista lúcido y generoso, los lleva un día, ya que estamos en Escocia, a
conocer una destilería de whisky. Y entonces, Robbie descubrirá que tiene un
talento natural para catarlo. Y…
La
parte de los ángeles es un cuento bien contado que satisface nuestra
necesidad de un mundo más justo, pero Ken Loach no se permite simplificaciones
ni idealizaciones. No se engaña, sabe que sus personajes pueden ser “feos,
sucios y malos” y sin embargo sostiene que la redención es posible. Es un poeta
que cree que el hombre, a pesar de su debilidad y miseria, merece siempre otra
oportunidad.
El título alude a la parte que se
evapora en la fabricación del whisky, y en la peripecia final habrá algo más
que una evaporación, una pequeña estafa que en su ilegalidad restituye
justicia. Porque quizá no haya tal estafa ni ilegalidad alguna, sino la
devolución de lo que les pertenece, porque estos desclasados también son
ángeles.
Es la película a ver esta semana. No
la dejen para más adelante. No tiene estrellas, su director no es tan famoso,
así que es probable que no permanezca mucho tiempo en cartel. Es una pena que
que ya no existan los cines de cruce que reestrenaban películas, ésta, con el
boca a boca, a la larga sería descubierta y se convertiría en un merecido gran
éxito. No en vano, entre muchos otros premios, ganó el del Gran Jurado de
Cannes y el Premio del Público en el Festival de San Sebastián.
Un abrazo, Gustavo Monteros
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