La expresión en español, al
menos el de estos lugares, es Cuando las
vacas vuelen, o sea la imposibilidad de lo utópico. Como la película gira
alrededor de un chancho se tradujo más o menos literalmente el título en inglés
(When Pigs Have Wings / Cuando los
chanchos tengan alas). Porque en inglés sí, los que vuelan son los chanchos
y no las vacas. Chanchos y vacas aparte, el título original en francés es El chancho de Gaza (Le cochon de Gaza),
que alude a otro dicho en español rioplatense: el del chupete ya sabemos dónde.
Porque si hay un lugar en el que el chancho está desubicado es en Gaza. Los dos
bandos en pugna en esta conflictiva región, los árabes y los judíos, consideran
impura a la carne de chancho.
El protagonista, el iraquí
Sasson Gabay (a quien viéramos en La
visita de la banda) es un actor carismático y simpático como pocos. Arranco
con él porque gracias a su encanto, uno se pasa toda la proyección deseando que
la película sea mejor de lo que es. En remotas épocas pretéritas nos pasaba lo
mismo con Peter Sellers. Él también nos hacía desear que algunas de esas
películas flojitas, flojitas que solía protagonizar fueran mejores.
El inicio une a Sasson Gabai con
el chancho en una impronta que consideraremos de “realismo mágico” para no
descartarla como una absoluta tontería. Jafar (Gabai) es un pescador y como
está prohibido apartarse mucho de la costa, tiene que tener mucha suerte para
pescar otra cosa que zapatillas viejas, latas vacías y otras basuras. No va que
un día atrapa en sus redes a un chancho. ¿Cómo llegó el chancho ahí?, sabrán los
guionistas. Después se dice que el chancho pudo haber venido de ¡Vietnam!
Obviamente Jafar intentará
desembarazarse del chancho y su precaria vida se verá alterada. Habrá
situaciones que con mucha buena voluntad podrían considerarse humorísticas,
personajes de trazo grueso que con mucha buena voluntad podrían considerarse
simpáticos y chistes que con mucha buena voluntad podrían considerase
graciosos. Y si uno no ha agotado la mucha buena voluntad se llega a un final
obvio-simbólico que dice que los árabes y los judíos están más cerca de lo que
creen y que podrían vivir en paz. Los buenos deseos siempre se aplauden aunque,
como declara con poca fe el título, vayan a pasar cuando los chanchos, las
vacas o los corderos vuelen.
Esta película de Sylvain Estibal
ganó el César (el Óscar francés) a la Mejor Ópera Prima, ¿cómo habrán sido las
otras?
Un abrazo, Gustavo Monteros
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