Puedo ver un bodrio con Bette Davis o Humphrey Bogart con la
misma fascinación con que descubro intrincadas sutilezas en un film de Bergman.
Después no me arrepiento ni siento que perdí el tiempo. Quizá porque considero
cada encuentro con una película, un libro, un cuadro, un disco, etc. como un
diálogo. Y como en la vida cotidiana, no todas las conversaciones son
brillantes, las cenas, exquisitas y las citas, maravillosas. Los actores a
veces se equivocan y eligen un proyecto que no los favorece. Sin embargo
pusieron el cuerpo, se maquillaron y cambiaron, aprendieron las líneas y
expusieron su talento. Hay actores con los que siempre me gusta dialogar, sin
importar qué sea donde se hayan metido. Cuando estudiaba teatro, a veces nos
preguntábamos unos a otros si habíamos visto tal o cual película. La respuesta
podía ser escueta pero contundente: “…y estaba Mastroianni”. Si pertenecíamos a
la secta que admiraba al divino Marcello, sabíamos que no debíamos perdernos
esa película aunque se nos fuera en la entrada la plata del boleto de vuelta,
lo que nos obligaba a colarnos en el tren.
A lo que voy es que más allá de cómo fuera el resultado
final, no me iba a perder una película con Brendan Gleeson, Dan Cheadle, Liam
Cunningham y Mark Strong. Me encanta dialogar con ellos por separado y la
perspectiva de charlar con todos juntos anticipaba una fiesta. Si después, más
que una fiesta, era un encuentro pedorro, no me iba a lamentar, la vida es un
riesgo que se corre con cada elección.
Y fue una fiesta nomás. Desconcertante en un principio. Sin
globos, sandwichitos ni torta pero con mucha bebida. Arranca como una buddy
movie (comedia liderada por dos actores con personajes contrapuestos) pero
irlandesa. Con todo lo que eso implica. O sea con un humor salvaje, para decirlo en un eufemismo.
A un peculiar sargento de policía (Brendan Gleeson) de un
pueblo costero (el último de los independientes, se define), le asignan un
agente de Dublín (Rory Keenan). Y al agente, que tenía pinta de coprotagonista,
al ratito ¡lo matan! Hay un entrevero con drogas que trae a un representante
del FBI (Dan Cheadle), que, como nosotros, cada vez que abren la boca, dudará
si se trata de una broma mayúscula o de la inaprensible idiosincrasia de un
pueblo inclasificable. Es lo último, claro. ¿O la reformulación de tramas tan
antiguas como el mundo traducidas al irlandés?
Por momentos todo es muy post Tarantino, por los diálogos
digresivos. En otros, todo es muy post Martin McDonagh (Escondidos en Brujas) de tan irlandés, macabro, vital y regocijante.
Las subtramas de la viuda (Katarina Cas) y de la madre moribunda (Fionnula
Flanagan) podrían virar hacia el melodrama y desembocan, sin embargo, en la
poesía pura. Los personajes parecen brutos y son más cultos que críticos
literarios. Los maleantes podrían ser candidatos al Premio Nobel de la Paz.
Total, si se lo dieron a Obama. Como Driver
(que finalmente no se estrenó en estos parajes) todo terminará en el viejo y
querido western, con sus duelos a pistoletazos más un final que remite al mismo
cine de tan cínico y postmoderno.
Brendan Gleeson vale el doble de su peso en oro. Mark Strong
está perfecto, no al borde de un ataque de nervios, sino al borde de un ataque
filosófico. Liam Cunningham destella en un personaje que ostenta la
norteamericanización como mácula. David Wilmot, no lo ofendamos, es sociópata
no psicópata, y más vale que no le falte el litio. Las damas, como en todo
cuento irlandés, por lo que se ha visto ficción machista como pocas, detentan
los secundarios con ímpetus de primadonna y vaya que se hacen notar. Dan
Cheadle es nuestro alter ego en el film, va de la fascinación al desconcierto
pasando por el repudio. Como él, parpadeamos de asombro y más de una vez
tragamos saliva para no escupirlos en la cara.
En fin, esta opera prima del guionista John Michael McDonagh
redondea una velada que persiste en la memoria. Sobre todo por el arte de
actores que no decepcionan. Jamás. Y con los que siempre nos gustará dialogar.
Gracias Dios por ellos. Y por Humphrey, Bette y Marcello también.
Un
abrazo, Gustavo Monteros
hola, quiero seguir este blog pero no tengo una cuenta en los servidores que indican.Como puedo inscribirme? Gustavo :Te felicito, muy buenos comentarios.
ResponderEliminarEnrique Fimiani
Hola, Enrique.La manera más fácil es abrir una cuenta de correo en gmail. Es la opción que se denomina google. Y ¡gracias!
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