No necesitamos otro héroe, cantaba
Tina Turner al final de Mad Max III.
La afirmación era irónica, casi no habría cine sin héroes. Ahora bien, hablando
de necesidades y de héroes. ¿Quién necesita otra versión de Los tres mosqueteros? Nadie salvo los
productores que necesitan alimentar el 3D antes de que el público se harte de
los anteojitos o se dé cuenta de que es un cazabobos de circo o de parque de
diversiones tan magnético como la mujer barbuda. ¿Cuántas veces puede seducirse
al público con la mujer barbuda? Ya hartaron una vez con el 3D y es cuestión de
tiempo antes de que harten otra vez. Mientras tanto a explotar la supuesta
novedad. La Disney que es capaz de vender los cubitos de la criogenia de su
fundador con tal de ganar otro dólar, hace un par de semanas relanzó El rey león en 3D y en cualquier momento
relanzan Blancanieves para que
podamos ver los enanitos en volumen o el volumen de los enanitos. ¡Qué genial! Productores
de la Argentina, ¿para cuándo la versión 3D de La guerra gaucha, La Patagonia rebelde o Los bañeros más locos del mundo? Aunque pensándolo bien, Isabel
Sarli en 3D debe ser todo un espectáculo.
Toda esta perorata es para decir que
el único y muy módico encanto de los nuevos tres mosqueteros es la parte final
de su título o sea el bendito 3D. Todo, desde el mapa con edificios para
ilustrar los recorridos hasta los anacronismos o actualizaciones están pensadas
para lucir el 3D. Aunque, claro, los aspectos no escenográficos no lucen bien
ni en 2D, 3D o 4J. El guión gana el premio a la peor adaptación de la novela de
Dumas. Es elemental, ramplón, torpe. No enoja porque es tan tonto que da
lástima. Los personajes, para seguir con el juego de las D, están reducidos a
1D. Son como las siluetitas de los jeroglíficos. D’Artagnan gana el premio (y
no es culpa del actor) al peor D’Artagnan de la historia. El poco humor que
destila es involuntario, porque el que propone el film es más malo que azotar a
Lassie o lanzar a Dakota Fanning por un precipicio (esto último, no se lo digan
a nadie, yo lo haría con gusto; sé, sin embargo, que está mal, muy mal, pobre e
insoportable Dakota). Si los trucos de Milady de Winter se parecen a los de Matrix no es pura coincidencia, un
homenaje o un replanteo superador, no, es un afano a mano armada. Tampoco es casual
que haya un look Piratas del Caribe,
no, es la deliberada y poco imaginativa decisión de darle al público algo que
conoce, no sea cosa de que se desoriente o tenga que descifrar una nueva
estética. Pero, contra todo pronóstico, las actualizaciones no me molestaron
tanto. Tanto, remarco. Hay un prólogo en una bóveda inventada por Da Vinci (y
sí, vampiricemos a El código Da Vinci,
después de todo es una novela y una película que conocen hasta las piedras del
camino). Y hay una nave aérea que es mezcla de barco y zeppelín. Creo que este
artefacto no me molestó porque cuando hace su entrada, estaba tan aburrido que
así hubiera entrado una nave extraterrestre con ET incluido me hubiera parecido
bien.
El elenco hace lo que puede, que es
muy poco de todos modos ante un guión tan pobre y una dirección empeñada en los
efectos. Christoph Waltz (Richelieu), Mads Mikkelsen (Rochefort) y Orlando
Bloom (Buchingham) procuran sobreactuar para darles un poco de espesor 3D a sus
personajes. De Logan Lerman (D’Artagnan), Luke Evans (Aramis), Ray Stevenson
(Porthos), Freddie Fox (Luis XIII), Gabriela Wilde (Constance), Juno Temple (la
reina) y James Corden (Planchet) mejor ni hablar, aunque, insisto, no es culpa
de ellos. Y con mucha buena voluntad, mucha, mucha, podríamos decir que Matthew
Macfadyen (Athos) (que fuera el inolvidable Mr Darcy de Orgullo y prejuicio) y Milla Jovovich (Milady de Winter), (que
fuera la inolvidable Leeloo de El quinto
elemento) dan algo parecido a una actuación, lo que en el contexto no es
decir mucho.
Dirigió Paul W. S, Anderson, cuyo
máximo mérito cinematográfico es ser esposo en la vida de real de Milla
Jovovich. Al menos algo tiene indiscutible, su buen gusto para las esposas.
Ah, como corresponde, la historia de
Milady de Winter queda inconclusa y abierta para la consabida venganza.
¿Todavía estará de moda el 3D cuando la hagan? Ojalá que no.
Un abrazo, Gustavo Monteros
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