
Basada muy libremente en un cuento de Philip K. Dirk, la película tiene un arranque promisorio, pero de a poco se desbarranca en un mar de explicaciones para sustentar el trámite. Y es harto sabido que en la ficción cuantas más explicaciones se dan, más rápido se instala el tedio y se vuelve tan irremontable como las cataratas del Iguazú. Nobleza obliga, confieso que el poco interés que el cuento me despertaba se diluyó más rápido que un alka seltzer cuando supe que se trataba de “salvar” al futuro presidente yanqui; el encumbramiento del rol del presidente como un ser noble, digno y dotado casi de infalibilidad divina que lo compren los yanquis que serán la primera carne de cañón en la próxima invasión; en mi modesta opinión, el presidente yanqui no es sino un generador de hambre, odio, guerras, hecatombes ecológicas y negocios fabulosos para tres o cuatro corporaciones o sea un ser miserable que no encuentra dignidad o nobleza ni en un diccionario.
Lo único indiscutible de este film de George Nolfi es la gran química que hay entre Damon y la Blunt, la relación está tan bien trabajada que nos convencen que su amor es verdadero. Logro que el cine yanqui curiosamente no repetía desde que Heath Ledger y Jake Gyllenhaal fueron cowboys gays en "Secreto en la montaña". Desde ese film hubo muchos romances “profesionales”, pero poco amor “verdadero”.
En definitiva, ideal para verlo cuando lo dé Telefé, que más que películas da resúmenes de películas. Quizá con cortes abusivos, se vuelva más misteriosa y apreciable.
Un abrazo,
Gustavo Monteros
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