Inicio la tercera jornada de mi festival LGBTQ+ con Bros (Nicholas Stoller, 2022), comedia
romántica de un gran estudio que se suponía rompería las barreras de un público
de nicho, en este caso los homosexuales, y que atraería a un público masivo en
general. No lo logró por culpa de un mal manejo de mercadeo (pésima fecha de
estreno, una errada campaña publicitaria) según los expertos en el tema. Si
bien falló en el aspecto comercial, en el frente artístico ostenta varios
logros.
Bobby (Billy Eichner, además de protagonista, coautor del
guion con el director), un influencer aguerrido en temas LGTBQ+, que ha escrito
libros para niños sobre la homosexualidad, tiene un podcast en debate y demuele
lo que se le pone en frente y forma parte de la junta directiva de un futuro
museo LGTBQ+ conoce y se enamora de Aaron (Luke Macfarlane), un abogado
corporativo que trabaja en legados y testamentos. Y como en toda rom-com
(abreviatura de romantic comedy) que se precie habrá un flirteo conflictivo,
una consolidación temprana, una ruptura más que justificada y el suspenso por
una reconciliación final a toda orquesta.
Tres características se destacan y a pesar de altibajos
(¿ineludibles?) se imponen. Primero, logra hacer interesantes y entrañables a
dos protagónicos que en los papeles se inclinan por lo contrario. Bobby /
Eichner es un gritón enojoso y agresivo al que uno quiere callar todo el
tiempo, una especie de personaje de Walter Matthau, más joven y gay, pero igual
de gruñón, frustrado y mal arriado. Aaron / Macfarlane es la variación habitual
del gay musculado, testosteronoso, esteroidiado. O sea el típico narcisista,
vacuo, hueco. Y también, por supuesto, como corresponde, buenmozo como para
partir veredas y de una voz que derrite témpanos. Pero de a poco los actores
imponen sus personajes, explotan su humanidad y los vuelven atractivos,
empáticos. Segundo, la comedia ubica la problemática gay en otro peldaño, no
hay aquí ni salidas del clóset problemáticas, ni parientes cercanos
discriminadores, ni ambientes censores que impiden el desarrollo de la cultura
gay, no, su realidad es otra, todo eso forma parte del museo que inaugurarán en
breve. Esto no implican que duerman en un lecho de rosas, la lucha por los
derechos y la aceptación plena continúa, pero en otro nivel. Y la trama respira
así un aire libre y fresco que se agradece por lo novedoso. Tercero, pese a la
acumulación de temas (el poliamor, la pareja de a tres, la necesidad de
confrontar a los niños con la problemática gay desde siempre y no esperar a que
crezcan para presentárselas, la admisión sin tapujos de lo qué y quién se es,
la discriminación positiva que suele ser tan nociva como la negativa y algún
otro tema que se me escapa) que es una marca de fábrica de quienes trabajaron o
trabajan con el definidor de este tipo de comedia, o sea Judd Apatow, se nota
la libertad, el desparpajo y el valor de no censurarse a la hora de crear y
plantear disquisiciones. Esta suerte de pongamos todo lo que se nos ocurra no
sea cosa que no haya o no podamos hacer otra película, típico de algunas operas
primas ansiosas o desesperadas, apabulla, sí, pero también reconforta, porque
no desdeñan o desconfían del público sino que lo consideran un adulto con
discernimiento.
Sigo mi tercera jornada con Fire Island (Andrew Ahn, 2022) con la que Joel Kim Booster, actor
protagónico y a la vez guionista, se propuso, nada más ni nada menos que
reformular el clásico de Jane Austen, Orgullo
y prejuicio en versión contemporánea y gay. Para lograr el terreno en que
distintas clases sociales convivan, manda a todos los personajes a unas
vacaciones a Fire Island, definida en la película como el Disney World de los
gays. Aquí la familia Bennet de la novela mencionada estaría compuesta por Erin
(Margaret Cho) una lesbiana veterana que gracias a una indemnización laboral
pudo comprar una casa en la isla en la que recibe a los demás personajes o sea
a Noah (Joel Kim Booster, que representaría a la inefable Elizabeth Bennet de
la novela), Howie (Bowen Yang), Luke (Matt Rogers), Keegan (Tomas Matos) y Max
(Torian Miller). Todos ellos son como el Lado B del mundo gay, son pobres,
asiáticos y latinos. Como todo grupo humano, el mundo gay se hermana ante
enemigos comunes, pero establece categorías en tiempos de paz. De ahí que esta subespecie
sea mirada con desdén como vulgar, ruidosa y arribista, por la cresta WASP
(blanco-protestante-anglosajona) de la isla, representada aquí por unos
profesionales exitosos que alquilan una mansión en franca oposición a la casa
de Erin. Ellos son Will (Conrad Ricamora) que equivaldría al famoso Darcy de la
Austen), Charlie (James Scully), (objeto de amor de Howie), y los orgullosos y
muy clasistas, Braden (Aidan Wharton) y Cooper (Nick Adams). Y como en la
novela de Austen, habrá conversaciones sorprendidas sin querer por quien no
debiera oírlas, intrigas creadas a base de mentiras, enconos enardecidos que no
son sino tensión sexual no reconocida, chantajes, entuertos y desenlaces
gloriosos. Salvo el enfrentamiento Elizabeth Bennet-Mr Darcy, no hay
equivalencias directas con los personajes y situaciones de la novela de Austen,
pero los elementos principales están y se reconocen y el resultado final es
delicioso. Y la transcripción es válida, porque el amor y la lucha de clases
son eternos.
Y para terminar esta tercera jornada veo Three Months (Jared Frieder, 2022,
también guionista). Caleb (Troye Sivan) terminó la secundaria y en el verano
anterior a su ida a una universidad, tiene un atroz percance, después de tener
sexo casual con un turista, este le informa que el condón que usaron se rompió
y que se acaba de enterar de que es seropositivo. Caleb recurre al centro
contra el SIDA y le dicen que el análisis para saber si es portador de VIH toma
tres meses, tiempo en el que no tiene que tener sexo y no perderse los análisis
respectivos. El doctor que lo atiende, el Dr. Díaz (Javier Muñoz) le recomienda
que asista al grupo de ayuda y contención que dirige. Allí conoce a Estha
(Viveik Kalra), un adolescente indio que está en la misma situación. Esta nueva
amistad que derivará en romance resiente su relación con Dara (Brianne Tju)
excompañera de escuela, actual compañera de trabajo y amiga de toda la vida,
que tiene una relación tormentosa con Suzanne (Judy Greer) la dueña del
minimercado en el que trabaja con Caleb. Benny (Louis Gossett Jr.), la pareja
de la abuela de Caleb, Valerie (Ellen Burstyn) descubrirá la ordalía por la que
pasa Caleb y lo obligará a que la asuma ante Valerie, que es la familia directa
que le queda, ya que el padre murió y la madre está ausente armando otra
familia.
Three
Months es básicamente una coming of age (película de pasaje a
la adultez) fluida, elocuente, sincera que no esquiva los aspectos oscuros,
pero que no pierde jamás una bienvenida amabilidad que hace que sigamos la
trama con una tierna sonrisa.
Fin de la tercera jornada.
Gustavo Monteros
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