Repaso en mi colección de películas las que me faltan ver y compruebo que se me han acumulado las de temática LGBTQ+. Decido hacer un festival privado.
Para comenzar la primera jornada voy a lo seguro. God’s Own Country (por aquí Tierra de Dios, 2017), el aclamado debut
en el largometraje del actor Francis Lee.
Dice la gacetilla que acompaña el film: “Primavera.
Yorkshire. El joven granjero Johnny Saxby adormece sus frustraciones diarias
con las borracheras y el sexo casual, hasta que la llegada de un trabajador
migrante rumano para la “paridera” (época en la nacen los corderos) enciende
una relación intensa que pone a Johnny en un nuevo camino.”
La trama se resuelve con cuatro personajes, Johnny (trabajo
consagratorio del joven Josh O’Connor al que le darían el personaje del
Príncipe Carlos en The Crown), su
padre Martin (el siempre excelente y querible Ian Hart), su abuela Deirdre
(Gemma Jones) y el ya mencionado objeto amoroso Gheorghe Ionescu (el también
rumano Alec Secareanu).
Johnny no se quiere mucho, de ahí que beba hasta el desmayo
y practique un sexo duro, seco, al borde de la animalidad. La homosexualidad no
tiene cabida en el ambiente en que se ha criado. El padre fue víctima reciente
de un ACV que lo ha dejado incapacitado para el trabajo rural. La abuela
Deirdre tiene siempre la comida lista, la ropa de Johnny lavada y planchada,
pero no es afectuosa. Gheorghe es todo
lo contrario de estos tres ingleses. Sabe quién es, no se avergüenza, no rehúye
de la intimidad y la ternura y tiene la prestancia de no aceptar el maltrato,
así venga justificado por las circunstancias.
Hermosa historia de amor, contada como los dioses (por ahí ayuda ponerlo en el título), actuada inolvidablemente.
Sigo con Riot
(Jeffrey Walker, 2018), película para la televisión australiana, vista en los
cines en el resto del mundo. Está protagonizada por Damon Herriman, actor al
que conocí en la mejor miniserie que vi el verano pasado, The Tourist (Harry y Jack Williams, 2022), encabezada por el
magnético Jamie Dornan y la irresistible Danielle Macdonald. Damon Herriman era
uno de los villanos y sus peculiaridades lo hacían inolvidable, gracias a la
impar caracterización a puro talento del actor.
Riot se
hizo para conmemorar el 40 aniversario del Primer Mardi Gras (la traducción
sería Carnaval, equivalente a lo que llamamos Marcha del Orgullo Gay-Lésbico de
Sydney, que se llevó a cabo el sábado 24 de junio de 1978.
El film comienza en esa noche y va para atrás para
contarnos vida y obra de los que gestaron el evento y los precios personales y
profesionales que tuvieron que pagar para luchar por derechos, que hoy de tan
asentados se dan casi por añadidura y se olvida la violencia, la desolación y
la tristeza que trajo conquistarlos.
Se trata de una crónica elocuente, muy bien contada y
recreada que nos recuerda que todo, absolutamente todo, lo que se apartaba de
la heteronormativa patriarcal, era lisa y llanamente una aberración, que se
penaba con exclusión, cárcel y más casos de los que se quiere admitir
martirologios. Altamente recomendable.
Termino esta primera jornada de mi festival con otra
película para televisión, The Normal
Heart (Ryan Murphy, 2014) llena de estrellas (entre las más rutilantes: Mark
Ruffalo, Jonathan Groff, Taylor Kitsch, BD Wong, Jim Parsons, Matt Bomer,
Alfred Molina y last but not least, ¡qué va!, la inmensa Julia Roberts.
Se basa en la obra de teatro del mismo nombre de Larry
Kramer, que junto con Angels in America,
el grandioso díptico de Tony Kushner, interpelan a la sociedad norteamericana
en su tratamiento inicial de la pandemia del HIV-SIDA.
The
Normal Heart tiene dos ejes, el personaje de Mark
Ruffalo, Ned Weeks, un activista y el de Julia Roberts, la Dra. Emma Brookner.
Ella está postrada en una silla de ruedas y fue víctima del anterior virus
mundialmente dañino, el de la poliomielitis. Alrededor de Weeks-Ruffalo se
nuclean los aspectos personales y políticos de la comunidad homosexual y
alrededor de Brookner-Roberts, los científicos y también los políticos.
El surgimiento de la crisis HIV-SIDA promovió en sus
primeros tiempos lo que llamaríamos una tormenta perfecta: una negación casi
suicida en la comunidad gay, más la inacción del gobierno de Ronald Reagan, más
las divisiones en los movimientos de obtención de derechos, más la indiferencia
primero y luego las actitudes oscurantistas del resto de la sociedad. El
escalamiento del número de víctimas terminó por poner las cosas en su lugar y
encarriló la lucha, sino unificada al menos cohesiva contra el virus.
El prolífico Ryan Murphy (creador de Glee, Nip/Tuck, The New Normal, Scream Queens, Feud, Hollywood, The Politician, Pose, Halston, American Horror Stories, Dahmer-Monster:
The Jeffrey Dahmer Story, 9-1-1, The Watcher, Ratched, y menciono solo las series) garantiza elencos tan
estelares como talentosos.
Con la COVID todavía pisándonos los talones, no queda
sino preguntarnos ¿estaremos alguna vez, si no todos, la gran mayoría a la
altura de la circunstancia planteada por una crisis epidemiológica? Aprender de
las precedentes ya no es una opción, es una obligación.
Fin de la primera jornada
Gustavo Monteros
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