Si alguna vez después
de ver Corazón valiente (Braveheart,
Mel Gibson, 1995) te preguntaste qué pasó en Escocia después de la derrota de
William Wallace a manos del inglés Eduardo II, Legítimo rey (Outlaw King,
David Mackenzie, 2018) te da la respuesta. (Bueno, uno se pregunta cada pavada
que bien podemos preguntarnos esto…)
Los ingleses exageran
en esto de aprovechar la victoria y más temprano que tarde se desata una
revuelta, esta vez encabezada por Robert Bruce (Chris Pine).
El escocés Mackenzie
que viene descollando desde El joven Adam
(2003) excelente film protagonizado por Tilda Swinton, Ewan McGregor y Peter
Mullan y que conoció la gloria y la pompa de los Óscars con Sin nada que perder (Hell or High Water, 2016) muy atendible
historia de venganza con Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster y Gil Birmingham
como el inolvidable Alberto Parker, se destaca ahora con esta crónica
histórica, dirigida con buena rienda y buen ritmo.
Dos cosas descuellan
alto, la labor de los actores, la del protagonista Chris Pine (su mejor trabajo
hasta la fecha), la delicia que es verlo trabajar y ser muy libre a Aaron
Taylor-Johnson (Kick-ass 1 y 2 (2010
y 2013), Mi nombre es John Lennon
(2009), Albert Nobbs (2011), Salvajes (2012), Anna Karenina (2012), Animales
nocturnos (2016)) y corroborar el talento de Florence Pugh (que nos
deslumbrara con Lady Macbeth (2016).
La segunda cosa que sobresale es la escena de la batalla. Gracias a los avances
técnicos desde Rescatando al soldado Ryan
(Steven Spielberg, 1998) las guerras han recuperado horror y ferocidad y evidencian
con toda crudeza esas grandes matanzas históricas, a las que el cine aludía más
que reflejaba. Ahora no, ya se pueden recrear las peores batallas con todos sus
cruentos pormenores. Aquí, por lanzas, caballos y banderines se acerca al
magnífico episodio 9 de la temporada 6 de Games
of Thrones, La batalla de los bastardos
(Miguel Sapochnik, 2016). Tiene esa misma impronta de salvajismo, inmediatez,
suciedad, apoteosis.
Legítimo rey puede verse en Netflix.
Ya que abrimos con
pregunta, cerramos con pregunta. El título en inglés es casi el opuesto
perfecto al título elegido para Brasil y Argentina, outlaw es forajido o sea
una traducción apropiada habría sido El
rey forajido. El que eligieron para España, se le acerca más: El rey proscripto. Entonces, ¿de dónde
saca Netflix la legitimidad? Sabrá Dios y el que decidió “Legítimo”…
Gustavo Monteros
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