En las redes sociales (o antisociales) circula un meme
muy popular que dice: Es viernes y tu cuerpo lo sabe. Podríamos parafrasearlo y
poner: Hay una nueva película de Wes Anderson y tu cinefilia lo sabe. De entre
toda la amplia oferta de estrenos que van de una historia muy anterior de Han
Solo, a una interlocutora de la Virgen María, pasando por hombres argentinos
puestos a prueba y adorables alienígenas que le cambian la vida a un chico
solitario, los Andersianos sabemos qué veremos primero (y segundo y tercero) en
este fin de semana largo: Isla de perros.
Los Andersianos somos una banda amable, aunque si
alguien nos pregunta ¿cuál era Wes Anderson?, no nos dignamos responder,
nuestro ocasional interlocutor no merece pertenecer a la banda. Wes Anderson
lleva más de 20 años (22 para ser precisos) dando películas en el circuito
comercial, de modo que quien nos pregunta ya visto más de un Anderson y si no
le ha alcanzado para convertirse en un Andersoniano, nuestra prédica es inútil
y hasta redundante.
Anderson tiene una manera única de contar y hacer
imágenes (es tan peculiar que bastan un par de fotogramas para que cualquiera
levante el dedo y señale con un es un Anderson). No he visto esta todavía,
cuento las horas para hacerlo, y ya la recomiendo. No porque venga procedida de
elogios prodigados por los que la vieron (hasta sus detractores la celebran)
sino porque no hay Anderson que no merezca ser visto (del mismo modo que no hay
Bergman, Kurosawa, De Sica, Truffaut, Fosse, o el maestro que sigas, que no
merezca ser visto). Ojo, siempre se puede ser un Andersoniano, eso sí, no
esperes que te convenzamos. El amor es como la fe, da envidia tenerlo, pero no
es contagioso, se da o no se da.
Gustavo Monteros
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