Siempre se dice que
todo adulto tiene un niño oculto que sale a la luz a la menor oportunidad. Mi
reacción ante las películas de inicio a la madurez (las coming-of-age)que últimamente
me apasionan, me lleva a pensar que más que un niño tenemos un adolescente. Esa
edad tan difícil en la que nos negamos a dejar las protectoras maravillas de la
niñez y menos a adentrarnos a los desencantos de la supuesta madurez. Para no
ser consumados boludos a pedal terminamos por actuar como si hubiéramos
alcanzado la adultez, pero en realidad, en secreto, extendemos la adolescencia
hasta la eternidad.
Lady Bird trata del pasaje a la adultez de una adolescente (Saooirse Ronan) en
Sacramento. La vemos en su último año de la secundaria en una escuela católica.
La vemos pelear con su madre,(Laurie Metcalf) una señora que trabaja a destajo porque es la
que para la olla; la vemos entenderse con su padre, (Tracy Letts) un hombre que
tras mucha amabilidad tapa una depresión machaza; la vemos también iniciarse en
el amor, (Timothée Chalemet, Lucas Hedges) que como todos sabemos no es algo unívoco; y la vemos participar en el
musical que preparan en la escuela
(¡Dios bendiga a la autora/directora), que no es otro que un Sondheim
genial, Merrily we roll along.
Segunda película como
directora de la actriz, Greta Gerwig, ha logrado encantar a públicos y críticos
y se ha colado en varias premiaciones, con toda razón. Es de esas películas de la que nos enamoramos
y que terminamos por ver a repetición cada vez que nos quedamos sin opciones.
El elenco es sencillamente maravilloso.
Si no la ve hoy, véala
mañana, pero véala, es de las imperdibles.
Gustavo Monteros
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