Ya que el titulo
propone un juego de nombres. Hagamos uno propio y resolvamos todo a partir de
nombres.
Timothée Chalemet
interpreta a Elio, un joven de 17 años, que en el verano de 1983 en el norte de
Italia, descubre lo que es el amor. Esta actuación le viene dando con toda
justicia reconocimientos y premios. Sabe expresar y trasmitir todas las dudas,
contradicciones, angustias y dichas de su personaje con la intensidad con que
los adolescentes viven estas inauguraciones.
Armie Hammer
interpreta a Oliver, un joven de 24 años, ex alumno del padre de Oliver, que
viene a pasar 6 semanas a su Villa para ayudarlo en clasificar material para su
cátedra. Termina por ser el amor de Oliver. Nadie actúa solo (a menos que se
trate de un monólogo, claro). Armie Hammer desde su irrupción como los mellizos
Winklevoss en Red Social es una
figura consolidada y de vasta experiencia. Experiencia que permite realzar el
trabajo de Chalemet, quien está soberbio como Elio, pero sin la solidez y la
generosidad de Hammer no habría brillado tanto. En las escenas de amor es donde
más se nota la contribución de Hammer, no habrían salido tan fluidas sin su
entrega. Su actuación puede que no sea tan halagada y postulada a premios como
la de Chalamet, pero es igual de notable y no existiría una sin la otra.
Amira Casar y Michael
Stuhlbarg interpretan a los padres que todos querríamos tener. El verosímil
está muy bien trabajado. Aman lo que hacen, son respetados en sus profesiones,
son cultos según todas las definiciones de cultura, no tienen preocupaciones
económicas, son queridos por quienes tienen su trato diario, y se los adivina
con poquísimas frustraciones, de ahí que no exhiban mezquindades ni remilgos a
la hora del amor. Cuando la historia concluye y uno comprende su participación
en la misma, renovamos nuestra admiración tanto a los personajes como a la
exquisitez de sus actores.
André Aciman es el
autor de la novela en que se basa esta historia de amor homosexual. Fue su
novela debut y tuvo éxito de crítica y ventas.
James Ivory, sí, el
mismísimo director de Lo que queda del
día (1993), La mansión Howard
(1992), Un amor en Florencia (1985),
es el guionista. Como en su última película The
city of your final destination (2009), filmada aquí cerca, en Punta Indio,
la naturaleza juega un rol importante en la historia. Su guión exhibe la
sabiduría de años de oficio, está tan lleno de silencios como de palabras y
todas las incertidumbres, las certezas, las revelaciones del descubrimiento del
amor se exhiben con envidiable maestría. Cuando se generaliza con que las
historias de amor gay son sombrías, lúgubres y de finales desastrosos y se
destaca a esta como todo lo contrario, se olvida que Ivory ya contó un amor
entre hombres con luminosidad, Maurice
(1987)
Sayombhu Mukdeeprom
es el director de fotografía. Un tailandés, talentoso como el que más, que con
el viejo 35mm, logra una sensualidad y una paleta de colores notables.
Moscazzano, Crema,
Bergamo. Pandino, Montodine, Valbondione, Capralba, Corte Palasio, Ricengo,
Campagnola Cremasca, Parco Regionale del Serio, Pizzighettone y Sirmione son
las locaciones que componen este universo denominado al principio de la
película como En algún lugar del norte de Italia. Pocas veces una zona italiana
lució tan hermosa.
Bill Paxton, el actor
que se fue de gira en las postrimerías de una intervención quirúrgica, es a
quien le está dedicada la película. El marido de uno de los productores era
representante de Paxton y camino a Cannes, donde presentarían una película,
pasaron de visita por la filmación, y Paxton y el director Guadigno que se
admiraban mutuamente se hicieron amigos, de ahí la dedicatoria.
Luca Guadagnino es el
director de este prodigio de expresividad y belleza. Por aquí lo conocimos con El amante (Io sono l’amore, 2009) y se consigue por ahí su A bigger splash (2015) su obra
inmediatamente anterior. Ha logrado con esta una de las historias de amor más
bellas del cine. Puede que sea entre dos hombres, pero el amor es universal, y
esa inquietud, ese caminar por las nubes, esas ganas de cantar y de andar a los
saltos, ese andar fuera de uno, ese mirar de nuevo lo viejo y lo feo y hallarlo
hermoso y dorado, bah, esa cosa que se dice amor está aquí presente y cómo.
Gustavo Monteros es
quien esto escribe y se permite darles un amistoso consejo. No vean esta
película cuando estén cansados, con dolor de cabeza, ganados por las
preocupaciones que con asiduidad los obseden, véanla cuando estén más
receptivos o predispuestos a dialogar con una película impar. La inmensa
mayoría de las películas que vemos le faltan 5 para el peso, son incompletas,
flojas o abiertamente malas, esta es una de las pocas buenas de verdad y no
conviene desperdiciar la oportunidad de descubrirla acarreando alguna energía
dañina.
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