Brooklyn es la última de las
películas con nominaciones importantes para el Óscar que se estrena. Compite
por Mejor Película, por Mejor Actriz Protagónica y Mejor Guión Adaptado o para
hablar con más propiedad por Mejor Guión Basado en Material Ajeno. Cumplida la
información de rigor, digamos que Brooklyn es una “chick-flick” como se dice en
los English-speaking-countries, o sea una película dirigida primordialmente al
público femenino. Primordialmente aunque no exclusivamente, ya que los
caballeros, si son gustosos, pueden identificarse con la suerte de la
protagonista y hasta, si se descuidan, derramar alguna lágrima. Estamos en los
años 50, Eilis (Saoirse Ronan) sin futuro alguno para sus inquietudes se ve
obligada a dejar su Irlanda natal y con la ayuda de un párroco, el padre Flood,
desembarcar en L’América (la del Norte, claro, la que cuando se llega, se ve la
Estatua de la Libertad, o sea Nueva York) más precisamente en Brooklyn, y
con mayor precisión aún en la pensión de
la Sra. Keogh (Julie Walters, injustamente ignorada para el Óscar como Mejor
Actriz de Reparto por este estupendo trabajo). Se adaptará como pueda,
extrañará horrores a la madre y hermana que dejó atrás en las tierras de San
Patricio, conseguirá trabajo de vendedora en una gran tienda y también (vaya,
vaya, vaya) un novio, Tony (Emory Cohen). Y entonces…
Entonces la historia se
vuelve apasionante porque no se trata solo de si la protagonista se queda o no
con el hombre correcto, sino que las opciones abarcan más y nos incluyen a
todos, porque de un lado están los inexorables mandatos sociales reforzados por
las logias y lógicas familiares, y del otro, la voluntad de ser uno, que se
parece mucho a ser libre y hallar la cacareada plenitud. No puedo decir más sin
caer en el pecado del spoiler, pero, insisto, esta disyuntiva en algún momento
nos alcanzó o nos alcanza a todos.
Y el mérito para que la
historia nos incluya le corresponde primero al autor de la novela en la que se
basa la película, Colm Tóibín, y después al sencillamente maravilloso guión del
también novelista Nick Hornby, famoso
por dos novelas suyas llevadas al cine con éxito de taquilla y logros,
Alta Fidelidad (Stephen Frears, 2000, con John Cusack, Jack Black, Catherine
Zeta-Jones, Joan Cusack, Tim Robbins y Lili Taylor, entre otros) y el ahora
clásico de la comedia dramática, About a boy o Un gran chico (Chris y Paul
Weitz, 2002, con Hugh Grant, en uno de sus mejores trabajos, el por entonces
niño Nicholas Hoult, la extraordinaria Toni Collette y el lujo de cualquier elenco, Rachel
Weisz, entre otros). Ahora, para este Brooklyn, el guión de Nick Hornby es como
una clase de escritura de guiones cinematográficos, no le sobra ni le falta
nada, las situaciones son elocuentes, y los conflictos vertidos con una
exactitud prusiana. Algo que facilitó mucho la dirección de John Crowley, eso
sí, no tanto como para que la Academia lo ignorase y volviera a caer en la
ignominia de nominar una película que aparentemente fue dirigida por nadie.
Saoirse Ronan a sus
jóvencísimos 21 años, suma otra perla actoral para su corona y gane o no el dorado
premio, seguirá siendo una grande.
En resumen, una visita a
Brooklyn es muy provechosa.
Gustavo Monteros
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