La
sospecha es un thriller con ambiciones. Tiene un arranque poderoso que asegura
de inmediato nuestro interés. Dos parejas amigas (Hugh Jackman y Maria Bello
por un lado y Terrence Howard y Viola Davis por otro) festejan el Día de Acción
de Gracias. Entre recuento de anécdotas e intercambio de bromas beben un
poquito demás. En algún momento del festejo dejan a sus hijas salir a buscar
algo en casa de Jackman y Bello. No volverán. La peor pesadilla de un padre se
hace realidad: se presume que han sido secuestradas. El caso cae en manos de un
joven policía, Jake Gyllenhaal. Las primeras pistas llevan a sospechar de un
“tornillo flojo”, Paul Dano.
Entonces el director Denis Villenueve
(reconocido y admirado internacionalmente por la portentosa Incendies) sin apartarse del thriller
comienza a profundizar el entorno y los personajes. El pueblo donde transcurre
la acción luce desolado, devastado. La atmósfera es opresiva, ominosa y los
personajes tienen más facetas que todas las piedras de las Joyas de la Corona.
Algunos de los peores rasgos de la sociedad estadounidense salen a la luz, la
paranoia, el individualismo, la naturalización de la violencia, y el misticismo
conductista.
Hugh Jackman insatisfecho con la
evolución del caso tomará resoluciones que exponen una misteriosa ambigüedad
moral tanto en el guionista como en el director en un tema controvertido como
pocos, la tortura. Solo se la muestra. No hay aquí un punto de vista rector,
una posición tomada.
En el tramo final la historia hará
unos cuantos malabares, tendrá unas cuantas vueltas de tuerca un poco traídas
de los pelos, que habrá que aceptar sin chistar, aunque la credibilidad sea
puesta más que a prueba. En esto se sirve de las herramientas habituales ya en
el thriller tramposo al que Hollywood nos tiene acostumbrado. No obstante no
empañan las evidentes virtudes de un film contundente.
El elenco es sólido de toda solidez.
Del primer actor al último extra dan actuaciones medulares sin ninguna nota en
falso. A los nombrados agrego a dos muy admirados por mí, el Sondheimniano Len Cariu (¡el hombre fue el primer Sweeney
Todd para la Sra. Lovett de la inmensísima Angela Lansbury!, Dios sin duda lo
bendijo, aunque desafortunadamente su actuación no quedó grabada en video,
puesto que en el que existe, registrado durante la gira por el interior de
EEUU, el rol lo interpretaba el también grande y Sondheimniano, George Hearn) y
destaco asimismo a la dúctil Melissa Leo. Hay premiaciones que contemplan
distinguir a elencos completos, éste debería ganar varios de esos lauros.
Imposible no mencionar también el impecable trabajo del director de fotografía,
Roger Deakins, frecuente colaborador de los hermanos Coen.
Es una pena que no se haya conservado
el título original Prisoners
(Prisioneros) mucho más abarcador, sugerente y alusivo al eje de la historia
que el anodino La sospecha que limita
la interpretación a un único aspecto de la narración.
Denis Villenueve confirma que el
talento exhibido en Incendies no era
casual o fortuito. En resumen, un film un poco infatuado de su importancia,
pero atrapante, que desata reflexiones que uno sigue rumiando incluso días
después de haber visto el film. ¿Quiénes son los prisioneros? ¿Todos? ¿Algunos?
¿Y de qué los son? ¿De sí mismos? ¿De lo que arrastran? ¿De cómo llegaron a ser
lo que son?
Un
abrazo, Gustavo Monteros
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