El bueno de Colin Farrell en un arrebato de entusiasmo cae en una barrabasada lógica para describir esta película, dice que es “muy única”. Algo así como el viejo chiste de la mujer que insiste en que sólo está un poco embarazada. La unicidad como el embarazo no admite aumentativos, diminutivos ni medias tintas. Pero por puras ganas de embromar, aceptemos por un rato el absurdo que nos propone Colin (después de todo, despropósitos mucho peores y menos simpáticos hemos aceptado en nuestra vida) y preguntémonos ¿es tan así? ¿Es tan muy única esta película? La respuesta es quizá, aunque para evitar discusiones, yo focalizaría la descabellada descripción en la figura de su autor y director, Martin McDonagh. El hombre de quien conociéramos por estos parajes La reina de la belleza de Leenane y The pillowman (en teatro) y Escondidos en Brujas (en cine) es de verdad “muy único”. Dos notorios atributos le dan singularidad: un salvaje humor irlandés y un peculiar manejo de la violencia. Más otros que no le son privativos y que (gracias a Dios) comparte con muchos otros: un ejemplar manejo de la estructura dramática y una desbocada imaginación.
Ahora bien, ¿por qué no coincido con Colin y le atribuyo lo de muy único a McDonagh? A las pruebas me remito. Marty (Farrell) es un guionista empantanado que debe escribir un guión llamado 7 psicópatas. Un amigo, Billy (Sam Rockwell) que se dedica junto con Hans (Christopher Walken) al secuestro de perros para luego pedir rescate, lo ayuda a salir del paso contándole historias de asesinos. Pero no va que Billy y Hans secuestran el Shih Tzu de un mafioso (Woody Harrelson) de lo más apegado a su mascota, quien no dudará de apretar el gatillo para recuperarlo.
Como puede verse todo es muy “Tarantino” con un juego metacinematográfico (se discuten las dificultades de un guión que se reflejan en lo que uno ve en pantalla) muy “Charlie Kaufman”. Eso sí, los personajes y los diálogos son muy “McDonagh”. El resultado es desparejo aunque disfrutable y entrañable. Porque McDonagh es un hombre de talento y cuando la pega, vuela alto muy alto.
Contribuye al deleite el antológico desempeño del elenco mencionado, al que se suma el gran Tom Waits, y el lujo de contar en breves participaciones con Michael Pitt, Michael Stuhlbarg, Harry Dean Stanton y Gabourey Sidibe (la inolvidable protagonista de Preciosa).
7 psicópatas ganó el Premio del Público en el último festival de Toronto, lo que es muy comprensible, porque más allá de (o debido a) sus desniveles, su violencia feroz, su provocadora incorrección política (hay líneas poco halagüeñas sobre las mujeres, los gays, los negros, los ingleses, etc.) el todo es muy irreverente, absurdo y altamente divertido (al menos para los que gustamos de ciertas excentricidades y buenas actuaciones.)
Un abrazo, Gustavo Monteros
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