viernes, 1 de mayo de 2009

Cuando todo cambia

Con esta película, Helen Hunt se recibe de mujer orquesta. No sólo la protagoniza sino que también la dirige, la produce y hasta participa del guión. Eso sí, nada tonta la chica, se aseguró de contar con los mejores elementos posibles. Eligió un celebrado best seller de Elinor Lipman y seleccionó un elenco de notables: Bette Midler, Colin Firth, Matthew Broderick. Terminó redondeando un film para mujeres, que puede ser visto por los hombres, porque no nos pintan como los habituales tarados irresponsables, egoístas e insensibles, mientras que ellas son el paradigma de la inteligencia, la sensibilidad y la afectuosidad.

No esperaba menos de quien por años protagonizara la mejor serie que describió las neurosis urbanas, tanto masculinas como femeninas, la muy lograda Mad about you.

Aquí, Helen es una maestra jardinera de 39 años que quiere tener un hijo antes de que su reloj biológico se lo impida y deba recurrir a la ciencia. Al morir su madre adoptiva, conocerá a su madre verdadera, la gran Bette Midler. Y ya sabemos que por donde pisa Bette Midler, crecen excentricidades varias, una humanidad desembozada y mucho humor.

Es una comedia dramática muy efectiva que alterna sabiamente el humor y la emoción. El humor ablanda y cuando llega la emoción, se siente más porque nos agarra flojitos y receptivos.

El elenco está impecable. Hay un par de discusiones entre la Hunt y la Midler que son antológicas. Y una rareza, el film registra el debut actoral del escritor Salman Rushdie.

La Hunt nació en el ’63. Dos damas en la platea comentaban que se le notan todos y cada uno de sus años. Parece que la Hunt, al igual que Jessica Lange o Diane Keaton, ha decidido envejecer naturalmente y no pasar por el quirófano cada vez que se descubre una minúscula arruguita. Eso sí, espero que después no se arrepienta como la Lange, que en Por siempre amigas, parece una caricatura de sí misma dibujada por un enemigo. Es como si la Lange se hubiera mirado al espejo, después de ver las fotos de sus compañeras de elenco, no se hubiera gustado y se hubiera entregado al primer cirujano plástico de la guía telefónica. Y como tampoco le gustó el resultado, se inyectó bótox y colágeno en cantidades industriales. Quedó finalmente como El fantasma de la ópera sin la máscara.

Se tiende a ser impiadoso con las películas dirigidas por actores. Se las menosprecia, se las desvaloriza. Es como si los críticos pensaran: Vamos, chicos, ya tienen fama y fortuna, ¿ahora quieren ser cineastas también? No me cabe duda que de haber sido dirigida por un director de carrera, esta película hubiera recibido devoluciones más cálidas y entusiastas que las tibias críticas que le prodigaron. Dijeron que era buena pero chiquita; lograda pero poco ambiciosa; bien contada pero impersonal como un telefilm. La injusticia de buscarle la quinta pata al gato.

No es poco mérito lograr una buena película, bien contada y bien actuada. No todas las películas deben ser Osadas Obras de Arte de Temas Mayúsculos.

Y no creo que sea impersonal. Helen Hunt se permite un guiño que sólo ella puede permitirse. Ella y Matthew Broderick protagonizaron una de las películas de mi adolescencia (y la de todos los que tienen su edad o la nuestra) Proyecto secreto: simios. En esa época se daban funciones de 2 películas (o 3 en algunos cines platenses) y a menudo programaban Proyecto secreto: simios como primera película y así la vi varias veces. Y uno no puede evitar aventurar que si esos adolescentes que protagonizaron hubieran seguido juntos, por ahí tendrían el tipo de relación que muestran Helen y Matthew en esta película. Si este guiño lo hubiera hecho otro director lo celebrarían, a los críticos les gusta destacar los diálogos que se establecen entre películas. Pero lo hace la actriz Helen Hunt devenida directora y nadie lo menciona.

Muy querible tu película, Helen, ya te puse mis fichas para la próxima.

Un abrazo,
Gustavo Monteros

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