viernes, 4 de abril de 2025

Querido diario - Hoy: Código negro


 

En el mundillo de la inteligencia británica han robado un dispositivo de fácil colocación y manejo, que desbarata primero y hace explotar después a un reactor nuclear. George Woodhouse (Michael Fassbender) tiene apenas una semana para descubrir al ladrón. Le entregan una lista con cinco sospechosos, entre los que está su esposa, Kathryn St.Jean (su majestad Cate Blanchett)

 

Steven Soderbergh vuelve a su terreno favorito, el de los mentirosos. No en vano su primer largometraje se llamó Sexo, mentiras y videos (Sex, Lies, and Videotape, 1989). Aunque si repasamos su carrera, más que volver, sigue ahí, porque bien pensado, jamás abandonó el terreno de los mentirosos, o para no ser tan moralmente categóricos, de los ocultadores de aspectos de la verdad que nos atañe. Soderbergh es un tipo versátil, que ha jugado con varios géneros, pero el factor que unifica su obra es el del ocultador serial o esporádico. La mayoría de sus protagonistas, por no decir todos, se meten en problemas por no revelar algo que ocultan con celo. Y puestos a generalizar, todos los personajes del mundo esconden algo, pero en el caso de Soderbergh es el tema central. Y aunque no venga al caso, me pregunto qué civilización tendríamos si no ocultáramos nada, si dijéramos todo los que se nos pasara por la cabeza, si socializáramos hasta los deseos más oscuros y recónditos, si expresáramos en todo momento y lugar nuestras necesidades inmediatas. ¿Andaríamos a las patadas o libres de lastres? Jamás lo sabremos. Ahora volvamos a Soderbergh.

 

Los cinco espías sospechosos (no todos son técnicamente espías, hay una psicóloga que controla obsesiones y debilidades del personal y una especialista en aparatos de vigilancia), como corresponde a la profesión, son inteligentes a más no poder y se expresan brillantemente, mientras protegen sus secretos, con una verba de humor, ironía y cinismo (ni que vivieran en el terruño de Oscar Wilde, George Bernard Shaw y Harold Pinter).

 

Como bien expresara la vieja canción que cantaba Valeria Lynch, son profesionales de la mentira, y cuando se les pregunta algo que no pueden responder sin comprometer la seguridad de las secretas operaciones que tienen entre manos, dicen: es del Black Bag (de bolso negro o sea de lo que no se habla) (Para ajustarse mejor a la trama, black bag fue bien traducido como Código negro)

 

La película se abre con un plano secuencia (uno más y van chiquicientos, instrumento muy en boga en estos momentos, ¡todos hablan de los cuatro episodios de la serie Adolescence que están resueltos en un único plano secuencia cada uno de ellos!) y tiene dos partes claramente discernibles. En la primera, nosotros, los espectadores, tenemos control de toda la información, incluso sabemos más que su protagonista George / Fassbender, pero en el tramo final, cuando el matrimonio de George y Kathryn se sincera y elabora su plan, pasamos a no saber nada y nos mantienen en vilo. El juego de pasar de saberlo todo a ignorar lo que harán o cómo resolverán los entuertos en los que se metieron es magistral, despierta toda nuestra atención, tanto que hasta olvidamos espiar nuestros celulares. (El autor del guion es David Koepp)

 

Y no es una virtud menor que dure solo ¡93 minutos!

 

Gustavo Monteros