Demos un paseo por películas que tienen el nombre de una ciudad, país, provincia o accidente geográfico como título (ejemplos: Veracruz, Tanganica, Kamchatka, etc)
Hoy: Belfast
Como la carrera de
muchos directores, aunque pocas con una bifurcación tan tajante, la de Kenneth
Branagh se divide en proyectos personales (Henry
V, 1989, In the Bleak Midwinter /
Sueño de una noche de invierno, 1995, Hamlet,
1996, The Magic Flute / La flauta mágica,
2006) y proyectos de encargo (Thor,
2011, Jack Ryan, Shadow Recruit / Código
sombra: Jack Ryan, 2014, Cinderella /
Cenicienta, 2015, Artemis Fowl, 2020).
Y sin duda, de entre sus películas personales, Belfast, 2021, es la más cercana a su historia y creatividad. Narra
hechos familiares en la Belfast de su infancia, allá por 1969. O sea que se
inscribe en la tradición cinematográfica de Los
400 golpes (François Truffaut, 1959), Amarcord
(Federico Fellini, 1973), Fanny y
Alexander (Ingmar Bergman, 1982), È
stata la mano di Dio / La mano de Dios (Paolo Sorrentino, 2021) y en la que
se anotará Spielberg con su próximo proyecto, The Fabelmans.
Y como todo director
con una impronta muy marcada, Branagh tiene exégetas y detractores que usan los
mismos conceptos para elevarlo o defenestrarlo: el cuidado de su puesta en
escena, que puede derivar en preciosismos, un uso pictórico-teatral de la luz, y
la utilización de tableau vivant. Donde
todos se ponen de acuerdo para ensalzarlo es en la dirección de actores. Actor extraordinario
él mismo, desde que asomó la cabeza supo ganarse el respeto de sus compañeros
que siguen a pie juntillas sus directivas y dan actuaciones destacables. Belfast no es la excepción. Todo el
elenco, encabezado por Caitriona Balfe, Jamie Dorman, Judi Dench, Ciarán Hinds
y los chicos Jude Hill y Lewis McAskie, descuella y se vuelve inolvidable.
Como me cuento entre
sus admiradores, Belfast me resultó
entrañable y excelsa.
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