A Hollywood le encantan las historias
de Hollywood, celebrarse como un mundo encantado lleno de seres
extraordinarios. Nada más lejos de la verdad, lo que no quita que una y otra
vez insistan en transformar en leyendas negociaciones, más bien mezquinas y espurias,
sólo porque concluyeron en películas amadas por el público. El año pasado vimos
las bambalinas de la filmación de Psicosis
y de la nada entrañable El príncipe y la corista, pero que desnudaba
la siempre rendidora intimidad de Marilyn Monroe. El sueño de Walt (título cursi si los hay, aunque el original
tampoco es muy feliz Saving Mr. Banks
(Salvando o Rescatando al Sr. Banks) cuenta cómo Disney convenció a P L Travers para que le cediera los derechos de Mary Poppins, de la que por supuesto era autora.
Esta película dirigida por John Lee
Hancock (El novato / The rookie,
2002, El Álamo 2004, Un sueño posible / The blind side, 2009)
está llena de convencionalismos y transitados trucos sentimentales, pero se
impone como un film sensible e insoslayable por el arrollador talento de su
elenco, en especial el de sus protagonistas, estrellas genuinamente
carismáticas como pocas.
El inicio es cautivante. P L Travers
(Emma Thompson) es una solterona, un poco rígida pero sensata, muy con los pies
sobre la tierra y propensa a no callarse nada. Sabemos que al llegar a Los
Ángeles chocará con el edulcorado mundo Disney. Y efectivamente ocurre, choca
con el chofer asignado (Paul Giamatti), con el guionista Don Da Gradi (Bradley
Whitford) y con los compositores musicales, los fabulosos hermanos Sherman (B J
Novak y Jason Schwartzman), con las secretarias Dolly (Melanie Paxson) y Tammie
(Kathy Baker) y para su gran sorpresa (la de él, claro) con el mismísimo Walt
Disney (Tom Hanks). Travers por apremios económicos está obligada a ceder los
derechos pero no los malvenderá, no, señor.
En realidad, el film debería llamarse
En el nombre del padre ya que la
figura paterna, su ascendencia, su influencia es la clave de todo el asunto.
Tanto que gran parte del metraje se centra en la evocación del padre de
Travers, el siempre magnético Colin Farrell. Eventualmente, Walt, a través del
ambivalente recuerdo de su propio padre, podrá atravesar el caparazón de
Travers.
Emma Thompson y Tom Hanks son dos
grandes actores y dos inmensas estrellas cinematográficas (¿hay quién lo dude?)
y Travers y Disney les permiten desplegar su intoxicante talento y su
inoxidable seducción. Colin Farrell no se queda atrás y menos el impecable
elenco. Entre todos lograrán que ignoremos los lugares comunes, la manipulación
de manual, la módica imaginación puesta en el proyecto.
Travers exige en un principio que las
discusiones sobre el guión se graben. Tras los títulos finales se oirá la
verdadera voz de Travers, Da Gradi y los Sherman, comprobaremos entonces la
magnitud de la caracterización de Thompson, logró hasta respirar como la
Travers real. En cuanto al trabajo de Hanks, los que peinamos canas y
recordamos al Walt que presentaba el viejo show televisivo Disneylandia,
sabremos que lo capturó tal cual.
En resumen, un film imperdible por la
magia de los actores. No los hay mejores.
Un abrazo, Gustavo Monteros
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