En Shame cuantas más certezas tenemos de
los personajes más dudas nos provocan.
Brandon (Michael Fassbender) un joven ejecutivo neoyorquino
padece una pulsión sexual indómita. Un adicto sexual, rezaría la etiqueta
psicologista de moda. Y para utilizar otro psicologismo en boga, podemos
concluir con que su comportamiento obsesivo compulsivo no le da ningún placer. Se
entrega a una maratón sexual vacía de satisfacción. La llegada de su hermana,
Sissy (Carey Mulligan) (una cantante en ascenso tan talentosa como dependiente,
afecto carenciada y de bajísima autoestima) impulsará aún más su descenso en el
pantano del autoflagelo, en el chapoteo incesante en la autodestrucción.
Steve McQueen, antes de devenir director (esta es su segunda
película después de la formidable Hunger
sobre las huelgas de hambre contra Thatcher en la prisión irlandesa de Maze que
llevaron a Bobby Sands a la muerte) fue un artista plástico que planteó
instalaciones en las que jugaba con lo cinematográfico. Este homónimo del
recordado actor hollywoodense gusta de las escenas largas en las que los
detalles se vuelven relevantes y reveladores y se cargan de gran belleza. La
escena de la corrida nocturna, una toma larga por las calles de Nueva York,
tiene una sobrecogedora hermosura dramática. Y el plano casi constante, cuando
ella canta, sorprende y conmueve. Hace una versión inusitada de New York, New
York. Es una deconstrucción de la canción. La alegría y el brío de este himno
de la llegada a La Meca en la que los sueños se cumplirán se convierte en una
introspección rumiante de la futilidad de los logros.
Ahora bien, decíamos que a más certezas sobre los personajes,
más dudas surgen. ¿Por qué, más allá de la lógica incomodidad, Brandon padece
que Sissy y David (James Badge Dale), su jefe, tengan sexo? ¿Por qué Sissy
dice: “Somos buenas personas que venimos de un lugar equivocado”? Sí, son
buenas personas. Se preocupan por dañar a nadie salvo a ellos mismos, pero ¿qué
es ese lugar equivocado del que vienen? ¿Una infancia abusada, un descuido inconfesable,
un amor inconcebible?
Como en Taxi driver
y El toro salvaje de Scorsese, (y ahí
se acaban las comparaciones porque McQueen tiene un ideario y una estética muy
distinta a la de Scorsese) lo que no se sabe de los personajes pesa tanto como
lo que se sabe. Nunca sabremos por qué Travis, el taxista de De Niro, lleva a
Cybill Shepherd a un cine pornográfico en la primera cita que tienen. Siempre
nos preguntaremos por qué el toro salvaje no puede perdonar a su hermano. Esta
forma de narrar puede ser peligrosa, pero cuando se logra es apasionante. Es
menos estúpida y más profunda que atribuir las conductas erróneas a un único
trauma de infancia como en Ray
(Taylor Hackford, 2004) o en El aviador
(Scorsese, 2004). Somos como somos por algo más que un trauma. Nuestras
personalidades se perfilan por un infinito tejido de sutiles complejidades.
Reducir nuestros comportamientos a un solo hecho es simplificar lo inabarcable a
una anécdota. Fácil de contar pero falaz por todo lo que deja afuera.
Michael Fassbender es un actor talentoso y muy corajudo. Es
la contrapartida masculina de Isabelle Huppert. A ambos les han pedido que
iluminen conductas sexuales riesgosas y se han sumergido en el remolino sin
nada de donde agarrarse. Por más
liberado y amplio que sea un actor, siempre se topa con un pudor atávico con el
que debe luchar. Fassbender ahora, como antes Huppert, luce en escena sin
trabas ni miedos. No es fácil lograr eso.
Carey Mulligan, a pesar de su juventud, es una actriz que
invita a los superlativos. Para no dejarme llevar y hacer un bochorno, sólo
diré que exhibe aquí una sensibilidad exquisita. El resto del elenco, del
primer secundario al último extra, merecería una nominación a algún premio.
Y si bien
más que la vergüenza del título hay en primer plano humillación y castigo, la
vergüenza subyace bergmanianamente detrás de todo lo que hacen los personajes.
Shame es devastadora y fascinante.
Un
abrazo, Gustavo Monteros
Con lo de "la versión masculina de isabelle Huppert" ya me obligaste a pagar la entrada y verla. Vimos a Isabelle Huppert en persona en Paris, en una obra estilo Georgina Barbarrossa / Dario Vittori, aunque de mejor calidad. Un comedia light. Saludos, Diego.
ResponderEliminarGuau, la próxima vez que me veas, me firmás un autógrafo ¡¡¡viste a Isabelle Huppert!!! en vivo. Te envidio, y eso que no cuento que estuviste al lado de ¡Emannuelle Béart! porque sino me vuelvo el increíble Hulk!
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