
Hay aquí un entrecruzamiento entre la historia individual y la Historia general. Un ambicioso joven pasa de vendedor de salchichas en la estación de trenes a camarero de un bar exclusivo. Luego sirve mesas en un hotel que es también una especie de burdel de lujo, para recalar después en el mejor hotel de Praga. En este itinerario conocerá a hermosas mujeres, a las que después de hacerles el amor, cubrirá de flores (literalmente). Llegará la invasión nazi y se enamorará de una alemanita fanática del hitlerismo. Ella le cumplirá su sueño de convertirse en millonario y tener su propio hotel, gracias a unas valiosísimas estampillas de judíos deportados a campos de concentración. Vendrá la invasión rusa y terminará en la cárcel 15 años, uno por cada millón que amasó. Será liberado y repasará su vida. Terminará brindando. Según él, su vida no fue tan mala.
No revelo nada al referir el argumento, la poca o mucha gracia del film radica en cómo está contado y no en la historia en sí.
Todo es muy amable, encantador, blando. Es como un sabroso menú dietético, gusta mientras dura, pero no llena mucho.
Para los coleccionistas de datos inútiles (entre los que a veces suelo contarme), consigno que este film se basa en una novela del autor de Trenes rigurosamente vigilados, Bohumil Hrabal.
Ah, el título es por el maître del hotel de Praga. Un hombre que conoce todos los secretos de su oficio, porque alguna vez sirvió al rey de Inglaterra.
Un abrazo,
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.