Las
películas con presos que hacen teatro ya son prácticamente un género. La
mayoría se basa en historias reales. Y Sing Sing (Greg Kwedar, 2024) es,
sin duda, la más militante. Ejemplifica y aboga por el programa Sing Sing’s RTA
(Reformed Thorough Art) (Reformados por el Arte).
Salvo Colman
Domingo y alguno más, el resto del elenco estuvo en la cárcel y actuó en la
compañía creada por el programa RTA. Dato que sorprende porque si no lo
supiéramos, habríamos jurado que se trataba de actores profesionales de
frondosa experiencia.
El argumento
es sencillo. Asistimos al detrás de escena del montaje de una obra. Vemos
primero escenas de la anterior obra presentada, una versión muy peculiar de Sueño
de una noche de verano de Shakespeare. Está implícito que la voluntad de la
mayoría es no insistir con Shakespeare, al menos de inmediato.
Antes de
decidir sobre la nueva obra, tienen que discutir y votar nuevas incorporaciones
al elenco. Los interesados se inscriben, son probados y el elenco estable vota.
Clarence Maclin es aceptado, entre otros.
Los nuevos y
los viejos actores discuten ahora qué obra poner en escena. Maclin inclina la
balanza por una comedia, lo que no sería el fuerte de Colman Domingo (su
personaje no solo hace años que está preso, sino que fue fundador del programa
y cuenta ya con una extensa trayectoria escénica, hasta ha escrito obras que
fueron publicadas, incluso hasta firma autógrafos en copias de sus libros, y
eso que no tenía un pasado artístico, toda su experiencia la obtuvo en la
cárcel).
La nueva
obra es una comedia abarcadora escrita para la ocasión por el director de la
compañía, Paul Raci (él sí un actor profesional en la vida real). Como todos
expresaron lo que querían que la comedia incluyera, para que no fuera una
sucesión de sketches, Raci le dio el marco contenedor de un viaje a través del
tiempo.
Hay un solo
papel dramático, el de Hamlet, que recitará en un momento apropiado, su famoso
monólogo de Ser o no ser. Se supone que será de Colman Domingo, pero no, Maclin
competirá también por dicho papel. Vemos así que procura subvertir el rol de
preeminencia que Colman Domingo tiene en el grupo, primero hizo que optaran por
una comedia y una vez logrado el objetivo, quiere aspirar al único personaje
dramático.
Maclin es un
hombre complejo, en el patio es un gánster y aquí, en los ensayos, quiere
disminuir la influencia ganada por el personaje de Colman Domingo como sea. La
dinámica entre estos dos personajes será el centro del relato.
¿Por qué
quieren hacer teatro? Por la más sencilla (y bella) de las razones, para
recuperar la humanidad perdida. El teatro es el misterio más transparente que
existe. Unos juegan a ser otros y son tomados en serios por algunos que los ven
y juegan a aceptar que de verdad son otros, cuando es obvio y evidente de que
no lo son.
Y en este
relato que crean comprometiéndose a jugar y ser creídos, se produce una emoción
(¿catarsis?, ¿sublimación?, ¿trascendencia?) que hace que todos los que
participan del juego (si este ha sido bien jugado) terminen mejor a la salida.
Es un engaño consensuado. Una estafa lícita. Una mentira certera.
En la
defensa que la película hace del programa está incorporada una discusión (que
ellos ya tienen resuelta) y que los espectadores quizá no (o al menos no
todos). La cárcel debe reformar. Lo hecho por terrible que haya sido, hecho
está. No se trata del perdón ni de la absolución, sino de que quienes
eventualmente salgan, puedan incluirse otra vez en la sociedad. Para ello una
reforma tan amplia como sea posible es necesaria. La búsqueda del perdón de las
víctimas, o de la absolución del estamento superior en el que crean, divino o
profano puede o no ser consecuencia de la reforma (generalmente lo es). Y el
teatro los ayuda a recuperar lo esencial para una reforma, el humanismo
conducente.
Toda esta
elucubración corre bajo mi cuenta y riesgo, es mi modo de llenar los puntos
suspensivos. La película solo insiste con que el programa RTA es muy bueno y da
contundentes muestras de que lo es, no la menor de todas, mi aseveración de que
cualquiera de los presos que pasó por el programa puede ser confundido por un
profesional hecho y derecho.
Lo demás,
insisto, es de mi cosecha. Mi contribución al debate en un país en el que el
debate se ha perdido. Cuando se quiere discutir de seguridad, se habla solo de
la rebaja en la edad de la imputabilidad, como si hacer a la gente responsable
de un delito en el destete fuera a cambiar algo.
Lo mismo
pasa con la educación, cuando se les da por considerar los resultados de las
pruebas tales o cuales, se llega a la conclusión de que lo mejor es aumentar
los días de clases, sin considerar que tener más tiempo para hacer lo que se
supone hacemos mal no va a mejorar ningún resultado. Y así, cuando las pruebas
vuelven a dar negativas, se aumentan más días. Quizá cuando lleguemos a la
eliminación total de los días de descanso y las pruebas sigan dando negativas,
se sopese algún pro o contra de lo que hacemos, de la cantidad de días de
trabajo, etc.
Y si eso que
es universal no se discute, menos que menos la situación de las cárceles, para
qué deben servir y qué hacer con las condenas y la reinserción social. Quizá
algún día, quizá. Como sea, ver Sing Sing tiene sus recompensas. Es una
película bien planteada y actuada como los dioses. Nadie le va a la zaga y eso
que Colman Domingo, como siempre, pica alto. Lisa y llanamente rozando la
genialidad.
Gustavo
Monteros
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