viernes, 7 de junio de 2013

Un lugar donde refugiarse



Hay gente que tiene mucha suerte en la vida y puede vender el pan de anteayer convenciendo a todos de que está recién horneado. El novelista estadounidense Nicholas Sparks es uno de los más mediocres (y son benévolo) que hayan existido. Sus historias ya eran vetustas la primera vez que se usaron, sus personajes tienen psicología cero, los conflictos que maneja ofenden la etimología del término. Sin embargo, sus libros se venden mejor que el pan fresco y prácticamente todos fueron llevados al cine con parejo éxito: Cuando te encuentre, La última canción, Querido John, Noches de tormenta, Diario de una pasión, Un amor para recordar, Mensaje de amor. El hombre es muy celebrado, ni que fuera Shakespeare (qué se le va a hacer, el éxito glorifica) y tiene ganados más millones de dólares que pulgas el perro callejero (si la envidia fuera tiña, y verde, yo ya sería el increíble Hulk). ¿Será que el hambre de historias de amor jamás se sacia? La cruelmente vilipendiada Corín Tellado al lado de este ladrón de gallinas es Virginia Woolf.

En el inicio de esta historia (de alguna manera hay que llamarla), una joven tirando a bonita (Julianne Hough) comete un acto de sangre (contra quien lo perpetra y lo que esta persona hace a continuación no cierra ni ahí, pero ¿a quién le importa?) y huye. Se sube a un ómnibus que va a Atlanta, pero se baja antes en una población costera (Sparks adora las poblaciones costeras, son tan evocadoras y fotogénicas), conoce a un viudo doliente pero querendón (Josh Duhamel), con dos hijitos encantadores, un nene y una nena, porque a Sparks las familias típicas y lo convencional le tiran. ¿Se enamorarán? Mejor no hago preguntas idiotas. Le aparece a la chica, en la miserable y sin embargo adorable cabaña que alquila, una mujer que querrá ser su amiga y que a la postre dará una vuelta de argumento que sería ligerísimamente interesante si la intriga no estuviera tan mal construida. El oscuro pasado de la chica no tardará en acecharla. ¿Cuándo? ¡El cuatro de julio! Porque Sparks es más patriotero que el tío Sam. Entonces…

Dirigió, es un decir, el sueco Lasse Hallström (El año del arco irís, ¿A quién ama Gibert Grapes?, El poder del amor, Las reglas de la vida, Chocolate, Atando cabos, Siempre a tu lado, Un amor imposible) que ya le llevara al cine al ¿novelista? Sparks, su Querido John.

Los actores hacen como que actúan, lo cual prácticamente en titánico teniendo en cuenta lo insustanciales que son los personajes.

El trámite dura ¡115 minutos! (15 minutos sobraban para contar el inexistente argumento). Un lugar donde refugiarse busca el espectador después de haber pagado una entrada para ver esta cosa.

En fin, sólo para románticos y románticas incurables, muy incurables. Entonces por qué la vi, se preguntarán ustedes, si Nicholas Sparks me da más escozor que la hemorroide propia y la halitosis ajena. Porque no lo puedo evitar, ¡tengo más alma de bolero que telenovelera adicta! Amor, amoooor, nació de mí, nació de ti, de la esperanzaaa…

Un abrazo, Gustavo Monteros

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