viernes, 8 de agosto de 2014

Violette



Las películas biográficas (biopics que le dicen) me tienen un poco podrido. Trafican con el morbo de develar miserias de personas célebres por algún motivo y en general reducen complejas experiencias de vida a “traumitas” explicables en tres oraciones y una escena. Enfrento el trámite de ver Violette (2013) con más entusiasmo que otras veces ante otras biopics, por la sencilla razón que, salvo por el nombre y alguna referencia suelta, lo ignoro casi todo de Violette Leduc (Emmanuelle Devos).  El arranque es fuerte y prometedor. Estamos en la campiña francesa en plena Segunda Guerra Mundial, Violette es perseguida por la policía y sus perros; la pobre arrastra una valija con cortes de carne obtenidos en el mercado negro. Después sabremos que finge estar casada con Maurice Sachs (Olivier Py), un escritor homosexual, al que le pide una pasión carnal que él no puede retribuir. Maurice la instará a que no se queje sino que escriba lo que siente. En estas breves escenas aparecen lo que serán los rasgos en apariencia más destacables de Leduc. Se sabe una chica fea, arrastra una infancia de negación y desprecio. Tiene la autoestima por el piso y como toda persona en esa situación es demandante y espera que la quieran para comenzar a valorarse un poco (se sabe que las cosas no funcionan así). Aprende entonces a volcar los tormentos interiores en la escritura. El resto de la película ofrecerá variaciones sobre estos temas, cómo enfrenta, se sobrepone, se rinde o se resigna a estas cortedades y exorcismos. Amará a hombres y mujeres equivocados, logrará ser reconocida por su arte y será una de las pioneras en expresar con todas las letras lo que es amar a otra mujer y elegir abortar.


La película está divida en capítulos que se centran en  personas o lugares que signan su vida. Entre las personas, la más importante es Simone de Beauvoir (Sandrine Kiberlain), a quien amará sin ser correspondida y que será siempre su mentora. Figurarán también Jean Genet (Jacques Bonnaffé), el perfumista Jacques Guérin (Olivier Gourmet) y se nombrará más de una vez a Jean Paul Sartre, Albert Camus, Jean Cocteau, Julian Green, quienes no aparecerán corporizados.


Como suele ocurrir en las películas biográficas, es más una vida ilustrada que la expresión de las densidades de su protagonista. Y también como suele ocurrir, serán los actores los que salven al film del olvido y lo hagan casi de visión obligatoria. Emmanuelle Devos es una actriz extraordinaria que hace de Violette un ser entrañable. Deslumbra, inquieta, conmociona. Y Sandrine Kiberlain para nuestro beneficio se hace una panzada con su Simone de Beauvoir. El resto del elenco está igual de bien y es imposible no destacar a Catherine Heidel como Berthe, la madre de Violette.


Dirigió Martin Provost que en 2008 ofreciera Séraphine sobre la vida de la pintora Séraphine de Senlis, quien se ganara la vida durante años como una fregona.
 

En resumen: una vida bastante sufrida, una película apenas penosa; una mujer muy valiosa, una película no tanto.

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