viernes, 7 de diciembre de 2012

7 días en La Habana


 Tengo una teoría (absurda y rebatible como todas las mías) de que una ciudad es mítica si es fuente de o se la menciona en muchas canciones. Según este lineamiento, ya que, sin esforzar mi cada vez más pobre y devastada memoria, puedo recordar al menos siete canciones que tienen de eje o trasfondo a La Habana, concluyo que esta ciudad, al igual que Buenos Aires, París, Roma o Bahía, es mítica. No me extraña entonces que una compañía cinematográfica decida reunir a siete directores que hagan transcurrir unos cortos allí.
 
Les dieron cuentos o guiones de Leonardo Padura como referencia. Algunos (Del Toro, Medem, Tabío) tomaron a Padura al pie de la letra, otros (Trapero, Noé, Cantet, Suleiman) desarrollaron ideas propias.
 
El lunes corresponde a Benicio del Toro que abre con su corto El Yuma. A Teddy ( Josh Hutcherson) un actor norteamericano que viene a estudiar en la Escuela de Cine de La Habana, el chofer que le asignaron le da a conocer una noche típica y Teddy, muy borracho, se engancha con la chica equivocada.
 
El martes es de Pablo Trapero y su corto se llama Jam Session. Un director de cine (Emir Kusturika interpretándose a sí mismo) viene a recibir un premio y descubre que su chofer es un gran músico.
 
El miércoles es para Julio Medem (Los amantes del círculo polar, Lucía y el sexo) y su capítulo se titula La tentación de Cecilia. Una cantante se debate entre el amor de su novio, un jugador de béisbol en la mala y la promesa de una vida mejor con un productor español, (Daniel Brühl, el protagonista de Goodbye, Lenin).
 
El jueves es del palestino Elia Suleiman (Intervención divina) y su Diary of a beginner. Un hombre (el propio Suleiman) llega para entrevistar a Fidel y la espera será un laberinto.
 
El viernes le toca a Gaspar Noé (Solo contra todos, Irreversible) y su Ritual. Los padres de una chica descubren que ella es lesbiana y deciden someterla a un exorcismo.
 
El sábado es el turno de Juan Carlos Tabío (codirector de Fresa y chocolate y Guantanamera) y su opus se intitula Dulce amargo. Una psicóloga que da consejos por televisión redondea sus estipendios realizando pasteles.
 
Y el domingo es todo de Laurent Cantet (Recursos humanos, El paso del tiempo, Bienvenidas al paraíso, Entre muros) que cierra con La fuente. Una mujer devota sueña con que la virgen le pide una fuente y una fiesta así que todos los vecinos deben ponerse manos a la obra.
 
Como en toda antología, algunos gustan más que otros u otros parecen mejor acabados que algunos. En lo personal, el que menos me gustó fue el Tabío, su realismo me resultó pasado de moda. Los que más me gustaron fueron los de Trapero, Suleiman y Cantet. El de Trapero me conmovió. El de Suleiman con su leve humor absurdo es poético y evocador. Y el de Cantet deleita aunque un poco más de desarrollo no le hubiera venido nada mal. El de Noé es un ejercicio visual y como tal un poco frío, aunque el abrazo final le da un poco de calor. Los del Del Toro y Medem me gustaron a secas. El Del Toro está bien, pero el final pesa más que el desarrollo. Y el de Medem deambula terreno conocido, el del melodrama de la estrella (en ciernes en este caso), típico de las viejas y queridas películas de cantantes.
 
Sea cual fuere el veredicto que le demos al todo o las partes, lo que está más allá de toda discusión, a menos que seamos sordos u odiemos lo que se cifra en los pentagramas, es la belleza de la música.
 
En resumen La Habana emerge más mítica después de esta película. Los mitos se reavivan a fuerza de homenajes. Y los viajecitos, incluso los vicarios-cinematográficos nunca vienen mal.
 
Un abrazo, Gustavo Monteros

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