jueves, 27 de junio de 2019

The confirmation


The confirmation (Bob Nelson, 2016) es de esas películas tan chiquitas que puede pasar desapercibida cuando no lo merece. El director - guionista de esta película, Bob Nelson, escribió el guión de Nebraska (Alexander Payne, 2013). Destaco este dato porque quienes vieron Nebraska pueden saber a qué atenerse.


The confirmation es una comedia dramática realista en clave menor, y milita un cristianismo laico para nada catequista.


Anthony, un chico de unos 10 años, (Jaeden Martell) debe pasar un fin de semana al cuidado de su padre, Walt (Clive Owen) ya que su madre, Bonnie (María Bello) se va con su nueva pareja, Kyle (Matthew Modine) a un seminario religioso para parejas.


Padre e hijo pasaran por peripecias que parecen pequeñas, pero vistas desde lo que les cuesta atravesarlas alcanzan proporciones épicas, heroicas. Walt es un alcohólico en recuperación, carpintero él, le roban las herramientas que necesitará para una changa el lunes. Deberá recuperarlas a como dé lugar. Otto (Robert Foster) y Vaughn (Tim Blake Nelson) y sus hijos oficiarán de muy peculiares ángeles de la guarda.


Los personajes, muy entrañables, son unos pobres diablos que, a pesar de todo lo que les pasa, no pierden una bondad natural que los ilumina. Es lo que más llama la atención, no hay villanos, sino gente necesitada y víctima, como los perpetradores del robo o el entusiasta Drake (Patton Oswalt) lleno de buenas intenciones que no puede llevar a buen puerto por sus adicciones.


El relato cobra una vigencia inusitada en la realidad argentina. Todos, en mayor o menor medida son víctimas de un neoliberalismo feroz, indiferente a los despojos que provoca.


El chico protagonista es ya todo un profesional experimentado. Anduvo por St Vincent (Theodore Melfi, 2014) junto a Bill Murray, Naomi Watts y  Melissa McCarthy, por Aloha (Cameron Crowe, 2015) junto a Bradley Cooper, Rachel McAdams y Emma Stone, por Midnight Special (Jeff Nichols, 2016) junto a Michael Shannon, Joel Edgerton y Adam Driver y más cercano en el tiempo, fue uno de los chicos que padecieron al payaso demoníaco de It (Andy Muschietti, 2017). Aquí ratifica que toda esa experiencia no fue en vano. Clive Owen, huelga decirlo, es una estrella por mérito propio y está tan magnético como el primer día. Los demás en roles pequeños se hacen notar, lo que no es poco.


The confirmation puede verse en Netflix. Ideal para cuando uno está a punto de perder la fe en los contemporáneos.

Gustavo Monteros








jueves, 20 de junio de 2019

About a boy - Un gran chico

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(¿No es que una imagen vale más que mil palabras? Me ahorro las mil palabras, pero por si no hubiera quedado claro, recomiendo rever o ver uno de los clásicos recientes: About a boy o Un gran chico (2002) de Chris y Paul Weitz con una de las más notables actuaciones del gigantesco Hugh Grant, a la que le sumamos una performance inolvidable de la genia de Toni Colette, más la hermosa y talentosa Rachel Weisz, más el papel que le dio el espaldarazo a la carrera del por entonces pequeño Nicholas Hoult. Más una historia inolvidable, llena de réplicas brillantes. ¿Qué más se puede pedir?

About a boy o Un gran chico puede verse en Netflix. 

¡Buen día de la Bandera!

Gustavo Monteros 

jueves, 13 de junio de 2019

Sueños de libertad


Después de ver un bodrio o una película no tan buena, me pregunto por qué no habré utilizado mejor mi tiempo y habré revisto algún clásico o alguna buena película reciente.


Netflix tiene clásicos, no muchos, pero algunos tiene. Reviso Mi lista y como las opciones seleccionadas no me resultan particularmente tentadoras, opto por un clásico más o menos reciente, The Shawshank Redemption o Sueños de libertad, como se la conoció por aquí. Se basa en una novela corta de Stephen King, (Rita Hayworth and Shawshank Redemption, algo así como en tu cara, Manuel Puig, no sos el único de incluir a la Hayworth en un título) y la dirigió Frank Darabont en 1994.


Y como sin duda recuerdan la protagonizan Tim Robbins y Morgan Freeman. Y en el centro, están una amistad entre hombres y las apetencias de alguna forma de justicia. Un par de temas de lo más matadores.


Cuando se revisita una película con la que uno tiene alguna historia después de un buen tiempo de no haberla visto, se siente un cosquilleo de temor, y ¿si ya no nos gusta tanto?, y ¿si se ha vuelto obsoleta?


Por suerte, Sueños de libertad sigue gustándome mucho y no ha envejecido para nada.


Los invito a que la revisiten ustedes también. Es mejor que clavarte ese bodrio casi asegurado que no te decidís a ver de una vez. Te entretendrá, te enojará y volverá a emocionarte. Además, como si fuera poco, está narrada por el mismísimo Morgan Freeman, que es como te la cuente el mismo Dios, porque si Dios se decidiera a hablar y eligiera una voz, seguro sería la de Morgan Freeman.


Sueños de libertad volvió a las opciones de la plataforma de contenidos, Netflix. Aprovechala antes de que se vaya de nuevo.

Gustavo Monteros

jueves, 6 de junio de 2019

Tiempo compartido


En el prólogo, Andrés (Miguel Rodante) el empleado de un inmenso complejo vacacional, a pesar del aliento de su esposa Gloria (Montserrat Marañón) se quiebra y el quiebre no augura nada bueno respecto a las condiciones de trabajo y las intenciones del monstruo vacacional. Cuando la historia propiamente dicha comienza, vemos a Pedro (Luis Gerardo Méndez) llegar con su mujer Eva (Cassandra Ciangherotti) y su hijo Ratón al hiperbólico sitio de descanso. Van a reparar algo que le pasa con Eva o que le ha pasado a Eva, no lo sabemos todavía, pero que algo pasó, pasó. Los problemas no tardan en empezar. Tendrán que compartir el departamentito asignado con otra familia, la de Abel (Andrés Almeida), señor que parece tener una sospechosa cercanía con la administración del complejo.


Después veremos que la historia se articula por partida doble, por lo que le pasa a Pedro y por cómo es ahora la vida de Andrés.


Muy de a poco, las circunstancias de Pedro se enrarecen y su familia comienza a tomar el punto de vista de Abel, por el que Pedro siente una insuperable animadversión.


Se introducirá entonces un personaje muy particular, Tom (RJ Mitte) un gerente de liderazgo que entrena a los aspirantes a ascender, entre los que se encuentra Gloria.


La película exhibe dos tendencias que el cine mexicano maneja a la perfección, uno, en esto de enrarecer climas surge como ineludible la sombra del gran Luis Buñuel que dejó en México su gran impronta, y dos, en el manejo de circunstancias dolorosas nadie mejor que ellos, que tienen una larga y férrea tradición en el melodrama. Lástima que en un momento clave, el relato se incline o haga pie en el melodrama cuando hubiera sido mejor la sutileza o la distancia.


Tiempo compartido es de esas películas que se admiran más por el esfuerzo que por los logros obtenidos. Se la hizo difícil y si bien no triunfa, no sale mal parada, de ahí los premios para los actores y las nominaciones para director Sebastián Hofman y para los guionistas, el mismo Hofman más Julio Chavezmontes en festivales varios. Quiere establecerse como metáfora de la vieja y querida dicotomía de la ciencia ficción: el mundo corporativo y su modelo de vida ordenado, imperturbable, consumidor y uniforme y los que resisten a ser atrapados por ese hipnótico y ficticio modo de vida, ya sea por convicción o porque aunque lo intenten, no les sale, ya que les es más fuerte el impulso a resistirse a una vida, que ellos ven en su esencia, siniestra y manipulada por cuatro cínicos, por más que en la superficie “de venta” parezca buena, alegre, brillante y confortable.


Más allá de los reparos, que mucho no puedo detallar sin espoliar, creo que merece verse, por las actuaciones, porque habilita la discusión de qué mundo queremos y porque cuando la pega, nos da una idea de lo difícil que se la hicieron y lo cerca que estuvieron de lograrla.


Tiempo compartido puede verse en Netflix.

Gustavo Monteros