jueves, 11 de abril de 2019

Annie

El director John Huston podía hacer cualquier cosa. No porque su versatilidad fuera prodigiosa, sino porque su profesionalismo era a prueba de balas. A lo largo de su carrera había probado ser un profesional hábil y sobre todo confiable. Puede que el proyecto no se aviniera a su sensibilidad, su interés o su talento, pero no por eso dejaría de entregar un producto serio y vendible y a tiempo, sin demasiadas demoras que engrosaran el presupuesto inicial.


A principios de los ochenta, andaba por los setenta y pico y procuraba tachar de su lista los proyectos que quería hacer y que comprometían su arte. Su salud declinaba y no era un hombre proclive a restringirse placeres de alcohol y tabaco, sobre todo. A lo largo de su vida se había bebido un par de destilerías y se había fumado un par de cosechas de Cuba. Había tenido a todas las mujeres que había querido y no extrañaba las hazañas de la cama. Las drogas no lo habían hecho adicto y podía prescindir de ellas por un whisky, incluso uno regular.


Entre sus ambiciones no realizabas, figuraba llevar al cine la novela de Malcolm Lowry (considerada infilmable) Under the volcano/Bajo el volcán. Como era considerado un proyecto muy poco rentable, no había productores dispuestos a aventurarse, por lo que el viejo Huston debía producirla él mismo. Para ello necesitaba trabajar y aceptaba lo que le propusieran. Aunque fuera una de terror, terrorífica en todo aspecto comenzando por un muy pobre guión (Fobia, 1980) o una de fútbol en un campo de concentración de la Segunda Guerra en la que había que hacer magia, porque el presupuesto era magro, el elenco numeroso, y encima había que recrear “época”. Le salió bastante bien y fue por estos pagos todo un éxito. Porque somos futboleros y aparte de las rutilancias de Stallone y Michael Caine, andaban en este argumento el mundialista Osvaldo Ardiles y el rey Pelé. Victory, a secas, era el título original, ampliado aquí como Escape a la victoria, 1981.


A poco de terminarla, el productor Ray Stark, muy amante de llevar obras de teatro triunfadoras en Broadway al cine, le ofreció el éxito más comentado por aquellas temporadas: el musical Annie.


Cuando la vi en ocasión de su estreno en 1982, me pareció que no se había esmerado demasiado, pero ahora que se supone sé más, o que al menos tengo muchísimas más horas de cine, comprendo que estaba equivocado.


Para empezar se aseguró de tener en el reparto amigos y talentos que le resolvieran los personajes sin obligarse a estar excesivamente sobrio al dirigirlos. Albert Finney, convenientemente pelado para el rol, era el ricachón que necesitaba invitar una huerfanita a su palacete (literalmente) para mejorar su imagen de sociópata. Su asistente era la alta de piernas eternas Ann Reinking. A John le divirtió la idea de equiparla a la también maravillosa bailarina de piernas eternas, Cyd Charisse. La directora del orfanato era la infaliblemente cómica Carol Burnett, secundada por los “malos” Bernardette Peters y Tim Curry, dos delicias en estado puro. Y claro, un ejército de niñitas.


Para sorpresa de todos, dirigirlas fue su mejor contribución a la película. El hombre tenía en su currículum unas cuantas historias de malandrines sin suerte. Quizá las huerfanitas no llegaran a dedicarse a una vida de delito, pero que tenían poca  o ninguna suerte era muy comprobable. Y ¿cuál es la diferencia ente una cárcel y un orfanato de melodrama tipificado? La edad de los internos. Esto, supongo, que fue lo que más estimuló su morbo creativo. Como sea, insisto, lo mejor de la película son las escenas en el encierro del orfanato. También tiene mucho nervio la persecución final, el final feliz está garantizado, pero que no sea óbice para no someter a la pobre Annie a unas cuantas torturas previas.


La nena Aileen Quinn fue una Annie tan pelirroja como simpática secundada por el peludo y pulguiento perro Sandy.


Annie tiene unas cuantas canciones muy logradas y de mejor oír.


Lo ganado en esta  película redondeó finalmente el presupuesto para rodar Bajo el volcán en 1984, el protagónico recaería de nuevo en el muy talentoso Finney, con pelo esta vez.


Annie ha regresado a Netflix y merece verse o reverse porque después de todo “Seguro que hay sol…mañana”


Gustavo Monteros









En colores imágenes de la película. En blanco y negro, el director John Huston y las chicas de Annie.

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