jueves, 10 de enero de 2019

Mala hierba


Las películas Feel Good (Optimistas), como todo cuento de hadas, son una expresión de deseos.


Todas nos cuentan un mundo donde la redención es posible, los finales son felices, y las personas obtienen lo que se merecen (o algo así). Todo cuanto el mundo en general no es.


Y cuanto más falsa y colorida es la postal, más la amamos. La Feel Good Movie está hecha para eso, para esperanzarnos, para levantarnos la moral, para vendernos un buzón. Para que al terminar de verlas, nos sintamos un poco mejor de lo que somos. Bueno, tampoco podemos estar todo el tiempo tirándonos para abajo, en algún momento hay que construir autoestima.


Mala hierba es una Feel Good Movie con todas las letras y tiene ingredientes infalibles. Dos, aunque muy probados, de sabor garantizado: Catherine Deneuve y André Dussollier. Y uno nuevo, el autor-actor-director Kheiron, desconocido por mí hasta la fecha y que irrumpe con la sabiduría de los experimentados.


Wael (Kheiron) es un ex chico de la calle, adoptado en su momento por Monique (Catherine Deneuve) y los dos sobreviven de trapicheos de lo más divertidos (para ellos, para sus víctimas no tanto, aunque no hay grandes daños en sus mañas). Un día se topan (literalmente) con Víctor (André Dussollier) un viejo conocido de Monique que es director de una escuela de verano que anda necesitando un suplente para una clase de inadaptados. Por supuesto, Monique hará lo imposible para que Wael sea el candidato.


Mala hierba es una comedia muy lograda que abreva en varios lugares transitados antes (en cine, la originalidad importa menos que contar el mismo cuento de siempre con gracia) como el suplente sin experiencia que termina sabiendo más de cómo dar clase que el mismísimo Paulo Freire (porque hasta viene con teorías) o los alumnos enemistados que terminaran resolviendo el problema del otro y siendo los mejores amigos, o los romances de segundas o terceras oportunidades.


Kheiron es una fuerza de la naturaleza, dirige con aplomo, escribe bien y actúa con garbo y destreza y tiene un carisma y una simpatía a prueba de cínicos y malhumorados. Deneuve, patrimonio cultural de la humanidad a esta altura, después de haber trabajado (y más de una vez) con todos los alguienes que en este mundo han sido, no le queda registro sin entender ni manejar. Es de esas actrices que pesca al vuelo el estilo de la película y lo lleva a cabo en consecuencia. Ya es infalible y una delicia para los que degustan las buenas actuaciones. Aquí aprovecha para reírse de los efectos de la vejez, incluido el ligero sobrepeso. André Dussollier no le va a la zaga ni en logros, gracia y prosapia.


Si se quiera pasar un buen rato, no hay que desherbar esta Mala hierba, que desde hace poco crece en Netflix.

Gustavo Monteros







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