jueves, 3 de enero de 2019

Con la frente en alto


Llegué a Con la frente en alto (La tête haute, Emmanuelle Bercot, 2015) por Catherine Deneuve. (Tarde o temprano termino por ver todas las películas de mis actores favoritos, sin tomar en cuenta temas o variaciones en calidad, soy un fan fiel, si alguien me gusta, me entretendrá incluso en el mayor de los bodrios. Además, los actores, por ese vicio de comer, a veces tienen menos libertad que los directores o guionistas) Como sea, volviendo al tema que nos ocupa, me llevé una grata sorpresa. Después averigüé que en realidad es la segunda película dirigida por Emmanuelle Bercot que veo. La anterior de 2013, también con Catherine Deneuve se estrenó en los cines: Ella se va.


Con la frente en alto trata la relación que entablan durante 10 años, la jueza de menores, Florence Blaque (Deneuve) y uno de sus “clientes”, Malony Ferrandot (Rod Paradot), un chico primero y adolescente después, aparentemente irrecuperable. A la mínima contrariedad o frustración, lo arremeten ataques de violencia ¿incontrolables?


Un guía o asistente en desarrollo o educación, Yann (el carismático Benoît Magimel) querrá bajar los brazos, ante el caso, ante el sistema, pero la jueza le recordará que él es un “rescatado” y no hay que cejar aunque se caiga el mundo.


Malory fue hijo de una chica adolescente, Séverine (Sara Forestier) que nunca termina de madurar y que vive sobrepasada por sus necesidades, tanto materiales como emocionales. Con ella (o sin ella) Malory tiene pocas o ningunas opciones. Y como lo tuvo de muy jovencita, no se llevan muchos años de diferencia, por momentos más que madre e hijo, parecen hermanos.


Y sin embargo, cuando el tiempo se acaba, cuando está a punto de llegar a la mayoría de edad, los famosos 18 (ante la ley, parece ser esa la edad en Francia) el milagro se produce, que no es otro que el truco más viejo del mundo: el amor. Aprender a dar y recibir amor, previo aprender a quererse primero, claro.


Rod Baradot, el Malory protagonista, es un actor portentoso, que entiende y transmite la frustración y violencia de su personaje, a la vez que no nos aleja de su peripecia. Detestamos sus acciones, pero queremos que comience a madurar, porque adivinamos, más que comprobamos, que es una buena persona.


Deneuve tiene, no bien comienza la película, dos escenas antológicas. “Bastonea” dos audiencias con mucha gente, gritos, chicos, sin perder intención, personaje y lo más importante: ritmo. Un despliegue impresionante de talento.


La directora Bercot ha elegido para narrar su historia un realismo sucio, impiadoso casi, que hace la redención final más conmovedora.


Para no perdérsela, es de esas películas que se quedan con uno, que ratifican lo que sabemos, que con las personas, más con los chicos y adolescentes, no hay que rendirse, aunque no se llegue a la redención como aquí, lo sembrado en algún momento florece y nunca es tarde.


Ojalá más de cuatro que tienen opiniones horribles de los marginados la vieran. La vida es tan distinta a cómo ellos la ven…


Con la frente en alto puede verse en Netflix

Gustavo Monteros

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