jueves, 31 de mayo de 2018

No llores por mí, Inglaterra


Sinopsis

En 1806 los ingleses invaden la ciudad de Buenos Aires, hasta entonces bajo el mando de la monarquía española. Instalados en este nuevo territorio, el general Beresford, para distraer a la población, les presenta un nuevo juego: el fútbol. La idea es tenerlos entretenidos hasta que lleguen los refuerzos desde Inglaterra. El general Beresford parece ser fuerte y seguro, aunque su estrategia estará guiada por su madre, una mujer de mucho carácter que digita su vida. A Manolete, una especie de empresario de espectáculos que está siempre a la pesca de algún negocio, le ha ido mal con su último emprendimiento y está en bancarrota. Piensa que el fútbol puede resultar un buen negocio y organiza un partido con los dos barrios históricamente enfrentados, Embocadura y La Rivera. Manolete despliega todo su ingenio para armar este espectáculo, con el aval de Beresford, pero el juego termina en una batalla campal. Sin embargo, Beresford necesita que los criollos sigan distraídos. Sabe que se está formando una resistencia armada y necesita a Manolete para su propósito. Entonces le ofrece a Manolete el gran partido del siglo: criollos versus ingleses en la Plaza de Toros. El gran evento se acerca, pero también el ejército comandado por Liniers por la reconquista de la ciudad

Dirección: Nestor Montalbano. Con Gonzalo Heredia, Mike Amigorena, Laura Fidalgo, Diego Capusotto, Mirta Busnelli, Luciano Cáceres, Matías Martin, Fernando Cavenaghi, José Chatruc, Fernando Lúpiz, Roberto Carnaghi, Evelina Cabrera. 

Cinema San Martín 12:10 - 14:20 - 16:30 - 18:40 - 20:55 - 23:15 


jueves, 24 de mayo de 2018

Isla de Perros



En las redes sociales (o antisociales) circula un meme muy popular que dice: Es viernes y tu cuerpo lo sabe. Podríamos parafrasearlo y poner: Hay una nueva película de Wes Anderson y tu cinefilia lo sabe. De entre toda la amplia oferta de estrenos que van de una historia muy anterior de Han Solo, a una interlocutora de la Virgen María, pasando por hombres argentinos puestos a prueba y adorables alienígenas que le cambian la vida a un chico solitario, los Andersianos sabemos qué veremos primero (y segundo y tercero) en este fin de semana largo: Isla de perros.


Los Andersianos somos una banda amable, aunque si alguien nos pregunta ¿cuál era Wes Anderson?, no nos dignamos responder, nuestro ocasional interlocutor no merece pertenecer a la banda. Wes Anderson lleva más de 20 años (22 para ser precisos) dando películas en el circuito comercial, de modo que quien nos pregunta ya visto más de un Anderson y si no le ha alcanzado para convertirse en un Andersoniano, nuestra prédica es inútil y hasta redundante.


Anderson tiene una manera única de contar y hacer imágenes (es tan peculiar que bastan un par de fotogramas para que cualquiera levante el dedo y señale con un es un Anderson). No he visto esta todavía, cuento las horas para hacerlo, y ya la recomiendo. No porque venga procedida de elogios prodigados por los que la vieron (hasta sus detractores la celebran) sino porque no hay Anderson que no merezca ser visto (del mismo modo que no hay Bergman, Kurosawa, De Sica, Truffaut, Fosse, o el maestro que sigas, que no merezca ser visto). Ojo, siempre se puede ser un Andersoniano, eso sí, no esperes que te convenzamos. El amor es como la fe, da envidia tenerlo, pero no es contagioso, se da o no se da.

Gustavo Monteros


jueves, 17 de mayo de 2018

Lady Macbeth

Versión muy libre de la clásica novela rusa de Nikolai Leskov, Lady Macbeth de Mtsensk (que llegó a ser ópera de Dimitri Shostakóvich).  Dirige William Oldroyd, director teatral en su debut en el largometraje. La protagoniza Florence Pugh, acompañada por Cosmo Jarvis, Paul Hilton, Naomi Ackie, Christopher Fairbank, Golda Rosheuvel y Anton Palmer como el pequeño Teddy. Es muy recomendable, eso sí tiene un par de escenas fuertes pare espíritus sensibles, porque como su título lo indica la chica en algún momento llega al asesinato. 

Gustavo Monteros


jueves, 10 de mayo de 2018

El amante doble


François Ozon es uno de los grandes favoritos de los distribuidores locales, hemos visto casi todos sus títulos estrenados en los cines. No es de extrañar, es impredecible (salta de un género a otro), es arriesgado (juega siempre con temas que bordean lo escandaloso), elegante (su cine es agradable hasta cuando no lo es) y prolífico (se mueve casi a un título por año, la prodigalidad crea hábito y dependencia, lo que acrecienta lo económico). Tiene ambiciones de “autor” y no te hace quedar mal cuando invitas a “la última de”… Hasta ahora.


Nobleza obliga, vi su film el día en que nos comunicaron que volvíamos a la tutela del FMI, algo que el que tiene memoria no puede soslayar, incorporar y manejar, así como así, ya que casi todas las cosas que pudieron ser regulares, fueron horribles por su designio y consejo. A lo que voy es que la realidad me llevaba una y otra vez a los recuerdos de una realidad nefasta, y se necesitaba una narración no tan apegada a la frialdad, a la estética, a la cinefilia para abstraerme.


El amante doble juega con unas cuantas fantasías como la de acostarse con el psicoterapeuta o experimentar el sexo con gemelos. Como todo, absolutamente todo en Ozon remite a la cinefilia, la frialdad deriva de Chabrol, ¿dijimos mellizos?, volvamos a los mellizos de Cronenberg, los de su Dead Ringers/Pacto de amor corporizados por seductora sinuosidad por el inmenso Jeremy Irons, y la anécdota surge de la siempre rendidora premisa de preguntarnos qué filmaría Hitchcok en la actualidad de ser eterno.


El problema es que habrá más espejos enfrentados que en una vidriería, la historia tendrá más dobleces que el hojaldre, y tras el armado del cuento al final, más que la supresión de la incredulidad se nos pide un salto de fe, para desbrozar símbolos primero y compartir después el desenlace de la terapia de la protagonista, que nos condujo con sustituciones y variantes por el frágil laberinto de su mente. La pregunta del millón es si la situación en la que se halla la protagonista interesa o no.


La cosa se inicia con una chica, Chloe (Marine Vacth, descubierta por el mismísimo Ozon para Jeune et jolie, aquí con un corte de pelo que la asemeja a la Juliette Binoche incónica) que es invitada a hacer terapia porque su malestar de vientre no obedece a ningún cuadro clínico y es probable que se trate de alguna psicopatía, de allí que vaya a psicoanalizarse con Paul (Jérémie Renier) que oculta un particular secreto, entonces…


Respecto a la pregunta hecha antes, en lo personal, no me importaba mucho lo que le pasaba a la pobre Chloe, y me parecía que Ozon recurría al sexo casi pornográfico y a audacias ginecológicas para interesarnos. Procedimiento tan lícito como cualquier otro, siempre y cuando no se le note tanto la hilacha como en este caso. Vacth y Renier muestran todos y cada uno de sus lunares en los desfogues sexuales, y cerca del final, en lamentablemente breve actuación reaparece Jacqueline Bisset y uno descubre que fuimos muy injustos con ella, nunca la valoramos en plenitud, es una gran actriz, claro, sin embargo es tan hermosa que siempre nos quedamos en su figura escultural y en su rostro impar y no ahondamos en un talento actoral amplio y flexible.


Ah, cerca del final, por las dudas nos estemos aburriendo mucho, Ozon para acercarse al Cronenberg de Pacto de amor apela a trucos de Grand Guignol, muy en consonancia con el Alien, el octavo pasajero de Ridley Scott.


No sé, sin amenaza inminente del retorno al FMI quizá la hubiera disfrutado más, pero no estoy seguro. Van por su cuenta y riesgo.

Gustavo Monteros

jueves, 3 de mayo de 2018

Yo soy Simón

Simón es adolescente y gay. O sea ha llegado el momento en el que debe informarle al mundo su orientación sexual. Como es un chico contemporáneo, por suerte ya no tiene “enclosetarse” como la opción más a mano. Eso sí, aunque hayamos ido un par de pasos más allá en la permisibilidad social, en la aceptación de las minorías, el mundo es heteronormativo y ser gay y no morir en el intento sigue siendo todo un tema. Menos trágico que en los cincuenta, como bien puede deducirse en la ganadora del Óscar de este año, esa maravilla que es La forma del agua del gran Guillermo del Toro, está bien, menos trágico, pero muy dramático al fin.


Mientras Simón decide el cómo y el cuándo, otro adolescente de su misma escuela da a conocer en una red social, bajo el seudónimo Blue, que es gay, pero que no se anima a admitirlo públicamente. Simón comenzará con Blue un intercambio de mails, que es el equivalente actual a la vieja y querida relación epistolar. El intercambio ahonda el misterio, ¿quién es Blue? Esta es la parte más interesante de la película, imaginar que todos sus compañeros pueden ser el Blue en cuestión. Haberse quedado en esta inquietud hubiera llegado a la exploración de las zonas grises, porque está la asunción de la orientación sexual, pero existe también la voluntad de exploración, de juego. Pero no se trata de una película indie experimental, sino de una mainstream con un género en mente: la comedia romántica, de modo que pasa a otro truco para progresar la acción: el chantaje. Simón se descuida y deja abierto su correo en la sala de internet del colegio, entonces no faltará quién lo mire y…


Yo soy Simón (Love, Simon en el original) de Greg Berlanti se impone a pesar de sus cortedades. Se centra en una clase social acomodada predominantemente blanca, que juega a la apertura hacia otras razas y clases, pero desde una asepsia, que todavía es más declamada que incorporada. Esto hace que trama y personajes bordeen los de un cuento de hadas, o la comedia romántica conservadora, tranquilizadora en sus afirmaciones de que pueden que las formas cambien, pero todo sigue más o menos igual. Sin embargo, como ya dijimos,  a pesar de esto, Yo soy Simón se sigue con interés y empatía. Queremos que le vaya bien a Simón y a todos los demás, porque como dice una tagline del afiche en inglés: “Todos nos merecemos una gran historia de amor.”

Gustavo Monteros

Da la casualidad que en el mismo día en que publico esto, Página 12 incluye un artículo sobre salir del clóset en la clase media argentina, y como no hay que despreciar las casualidades, ahí va:  https://www.pagina12.com.ar/112087-papa-quiero-contarte-que-soy-gay