Mi
gran noche es el último Alex de la Iglesia (El día de la bestia, Perdita Durango, Muertos de risa, La comunidad,
800 balas, Crimen ferpecto, Balada triste de trompeta, La chispa de la vida,
Las brujas y la anómala en su
producción, Los crímenes de Oxford) y
como el hombre ya es una marca, hablamos de un film coral, de humor salvaje,
negro, caótico, excesivo y esperpéntico. La presencia de sus fetiches (ya que
de historias corales se trata, un auténtico elenco estable) ratifica su marca:
Santiago Segura, Jaime Ordóñez, Hugo Silva, Carlos Areces, Enrique Villén,
Carolina Bang, Mario Casas, Pepón Nieto y Terele Pávez y en camino de
convertirse en fetiches, ya que estarán en la próxima (El bar, que también frecuentará nuestro Alejandro Awada): Blanca
Suárez y Carmen Machi. And last but not least, en realidad la raison d'être del proyecto: el eterno
Raphael, que hace de Alphonso, también con ph, un hombre de dos caras bien
diferenciadas: un demonio en la vida privada y un monstruo sagrado para el
público y que casualmente como il vero Raffaello tiene como hitazos Mi gran
noche y Escándalo.
Todo
transcurre durante la grabación de un especial de fin de año para la
televisión. Ya llevan varios días en esto y en esta noche en particular están
cercados por una multitud furiosa de técnicos televisivos despedidos (cualquier
semejanza con la realidad argentina no es pura coincidencia). Como de una gala
se trata, los extras llevan trajes y vestidos de noche, pero en las mesas, el
pollo y las tortas son de plásticos y el champán de las copas es trucado. En el
escenario, las sonrisas ocultan conflictos irresolubles y el detrás de escena
no es menos caótico. Y como en la vieja botica, habrá de todo.
Lo
peor que se puede decir de Alex de la Iglesia (todo un elogio encubierto, en
realidad) es que ha llegado a una profesionalidad inmanente, que lo pone a
salvo de genialidades, pero que le evita también disparidades en los logros. En
esta ocasión, hay menos sangre y negritud que de costumbre, salvo el gag
inicial del pelado, aunque el disparate que nos enseñó a apreciar está siempre
presente. En lo personal, me fascinó cuando Raphael le cuenta a su “hijo” Yuri
(Carlos Areces) la verdad sobre su “adopción”, la “versión” que hace Oscar
(Jaime Ordóñez) de Mi gran noche (perdón por el spoiler, pero a la canción del
título la canta este actor y no el mítico Raphael) y no por menos cantado, el
gag del helicóptero o el de la pestaña en el ojo.
Si
son del palo del Alex, no se la perderán. Los que no lo son, tomen en
consideración que no está nominada para ningún Óscar, es una comedia, y gracias
a todos los santos del cielo, no se basa en hechos o personajes reales, es
decir, un bienvenido recreo del resto de la oferta en cartel.
Gustavo
Monteros
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