Ten
bad dates with De Niro (Diez
malas citas con De Niro) editado por Richard T Kelly es un libro de listas
de a 10, hecha por y para cinéfilos. A los que nos apasiona el cine, nos gusta
ejercitar la memoria y recrearlo, y una de las mejores formas de hacerlo es
creando listas. Por ejemplo: dígame las mejores 10 películas de acción, o las
mejores 10 de Ingmar Bergman, o las 10 peores películas musicales, etc. Que se
haya elegido mencionar a DeNiro en el título del libro como gancho vendedor,
habla a las claras que el querido Robert nos ha defraudado más de una vez
aceptando participar en el primer bodrio que le acercaron. A veces uno tiene la
impresión de que ni siquiera leyó el guión o que en la casa no lo aguantan y lo
mandan a trabajar en lo primero que su agente tiene a mano para sacárselo de
encima. Si Meryl Streep diseña su carrera con el sigilo de un ajedrecista nuevo
compitiendo con un campeón, a Bobby, por el contrario le gusta
“desacralizarse”. Cuando intentaba convencer a Stallone para que se subiera al
ring con él en Ajuste de cuentas,
Sylvester le mencionó que temía que dijeran que era El toro salvaje contra Rocky
(implicando que bajarían del pedestal al film de Scorsese, hito de la historia
del cine y lo equilibrarían con una franquicia, que de artística solo tiene el
primer film), a lo cual Robert contestó: Ojalá. Y por las dudas alguien se
sintiera cohibido, en los reportajes de promoción de Ajuste de cuentas, DeNiro decía que era El toro salvaje versus Rocky.
O sea al hombre le gusta
sentirse vigente y no una pieza de museo y para ello hace solamente cine, el
mejor, el peor y el del medio. Y hablando del medio, allí quedamos nosotros,
sus espectadores más fieles. Mucho no nos podemos quejar porque siempre nos
devuelve el precio de la entrada, no hace como el compañero de Jeffrey Dean
Morgan de la semana pasada, Anthony Hopkins, que solo pone cara y nombre y pasa
por contaduría a cobrar. No, el Tito trabaja, no siempre magistralmente, pero
sí con responsabilidad y a consciencia.
Bah, a lo que voy es que
esperaba lo peor de Bus 657 de Scott
Mann, nombre de antecedentes casi nulos, si prescindimos de su mamá, claro. Pero
la vida te da sorpresas, subirse a este bus no está nada mal y te da un buen
paseo.
Vaughn (Jeffrey Dean Morgan)
tiene que conseguir una gran suma de dinero con urgencia para que puedan operar
y seguir atendiendo a su hijita moribunda. Le pide ayuda a Pope (DeNiro) el
dueño del casino donde trabaja, quien se la niega. Entonces no le queda más
remedio que aceptar el plan de robar el casino que le propone uno de los
guardias del lugar, Cox (Dave Bautista). La cosa no sale del todo bien y en la
huida toman posesión de un micro de línea con todos sus pasajeros como rehenes.
Entonces…
La historia atrapa y está
contada con brío. Uno no se desentiende jamás de lo que pasa en pantalla, por
supuesto, más de una vez se nos pide que pongamos nuestra suspicacia a buen
resguardo para disfrutar de lo que pasa, pero tampoco tanto o más que otros
referentes del género. Y terminada la historia y armado todo el rompecabezas,
vemos que el guión de Stephen Cyrus Sepher maneja una deliciosa lógica
católica, la meritocracia que nos enseñaron en el catecismo: las buenas
acciones son recompensadas con creces. Lógica que ojalá se cumpliera a
rajatabla. Sangro por la herida, no me va tan bien como me porto.
En resumen, para incluir en
las 10 películas con DeNiro que pensamos que iban a ser horribles y que sin
embargo no lo fueron.
Gustavo Monteros
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