Con ¿Quieres ser John Malkovich? (Spike Jonze, 1999) a Charlie Kaufman
le dieron patente de genio y no queda más remedio que lustrársela si no querés
que te echen del club de la “cool”tura. Algo que me importaría si no estuviera
demasiado viejo para pelotudeces. Y no lo digo por voluntad de ser iconoclasta,
sino porque hay que tener muchas ganas de respetarlo después de Synecdoche, New York-Todas las vidas, mi
vida, tremendo bodrio de proporciones épicas. Como sea, Anomalisa no me devolvió la admiración
que alguna vez le profesé por su Eterno
resplandor de una mente sin recuerdos (guión que también firmaron el
director del film, Michael Gondry, y
Pierre Bismuth), pero al menos no quise trompearlo cuando terminó.
Anomalisa
(palabra que surge de la mezcla de Anomalía y el nombre Lisa) es un film
animado para adultos, codirigido por Charlie Kaufman y Duke Johnson. Michael
Stone (voz de David Thewlis) es un motivador que mejora la relación entre los
vendedores de servicios, preferentemente por teléfono, y sus clientes. Se
dirige a dar una charla en Cincinnati. No parece pasar por su mejor momento ni
con su mujer ni con su hijito que quedaron en Los Ángeles. Aprovechará esta
estadía para reconectarse con una mujer que dejó plantada años atrás. Encuentro
que lejos estará de ser satisfactorio. La casualidad lo llevará a Lisa (voz de
Jennifer Jason Leigh) con quien tendrá una aventura. ¿Duradera? ¿Efímera? Se
verá.
Según el diccionario,
anomalía es 1) desviación o discrepancia de una regla o de un uso. 2) defecto de
forma o de funcionamiento. 3) (Astronomía) ángulo que fija la posición de un
astro en su órbita elíptica, contado a partir de su eje mayor y en sentido de
su movimiento. 4) (Biología) malformación, alteración biológica, congénita o
adquirida.
Este ataque etimológico
viene a cuento, porque Lisa es una anomalía en más de un sentido, pero
fundamentalmente porque aporta un “color” a la uniformidad y monotonía
“auditiva” que se venía manejando. Hecho que suscita lo más interesante de esta
propuesta. En el film se oyen solo tres voces, la de Michael, que como dijimos
es del actor David Thewlis, la de Lisa, que es de Jason Leigh, mientras que las
de todos los demás personajes, sean hombres o mujeres, pertenece a Tom Noonan.
Y hasta la aparición de Lisa, existe una notable monocromía auditiva (si se me
permite la sinestesia) que su voz viene a desbaratar.
La súbita aparición de este
nuevo elemento hace que de repente sintamos empatía por personajes, que hasta
ese instante, nos parecían francamente antipáticos. Si es un experimento,
funciona. Inconscientemente volcamos nuestra simpatía, renovamos nuestra
atención a lo que pasa en escena, erradicada la uniformidad hasta entonces
manejada. Creo que esto interesará más a los que hacen teatro, cine o artes
performativas que al espectador común, pero es algo valioso o novedoso y merece
destacarse.
Ahora bien, ¿sufre Michael
una crisis existencial muy años sesenta, tipo nouvelle vague o La tregua benedittiana o es un hombre
que no puede hacer que las relaciones le duren como el Grandinetti de El lado oscuro del corazón? Y… eso
dependerá de cada espectador. También las mil interpretaciones que están en el
medio de ambas premisas.
En resumen, interesante,
aunque a muchos puede exasperar… mucho
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.