viernes, 27 de noviembre de 2015

Gett el divorcio de Vivian



Aunque uno no haya convivido más que con un viejo perchero, sabe que en cuanto a relaciones humanas se refiere, nada hay más difícil en el mundo que un divorcio. Y entre ellos, el de Vivian Ansalem figura sin discusión entre los más difíciles.


Gett: El divorcio de Vivian Ansalem (protagonizada por Ronit Elkabetz, y escrita y dirigida por ella misma, junto a su hermano Shlomi) es la última parte de una trilogía que indaga la situación de la mujer contemporánea en Israel.


La pobre Vivian quiere el divorcio de su marido, Elisha (Simon Abkarian) y para ello se presenta ante un tribunal de rabinos, quienes no podrán concedérselo a menos que Elisha lo quiera. Y la férrea negativa de Elisha iguala a la indeclinable voluntad de Vivian.


La acción no se apartará jamás de la sala de audiencias, su antesala y un pasillo adyacente. Este drástico encierro acentuará lo kafkiano del asunto y por raro que parezca no se volverá teatral, por más que un par de detalles remitan al teatro: el histrionismo de los testigos y vuelta del argumento sobre la cita en un café que involucra al abogado de Vivian, Carmel (Menashe Noy), trampa melodramática para fortalecer la atención, muy típica de las obras de juicio.


Más allá de las peculiares características del asunto, lo humano de la cuestión es tan fuerte que uno se ve de inmediato involucrado emocionalmente y nuestro interés no decae jamás.


Las actuaciones son extraordinarias, a los ya mencionados hay que sumar al grandioso Sasson Gabai como el rabino Simon, hermano de Elisha y que oficia como su abogado defensor. Gabai protagonizó dos películas estrenadas en nuestros cines: La visita de la banda (Eran Kolirin, 2007) y Cuando los chanchos vuelen (Sylvain Estibal, 2011).  


En resumen, una película imperdible, por momentos devastadoramente angustiosa.

Gustavo Monteros

jueves, 5 de noviembre de 2015

Paréntesis

Con vuestro permiso, voy a hacer un paréntesis. Volveré después del balotaje que tendrá lugar el domingo 22. Estamos, nos demos cuenta o no, ante un momento histórico (bueno, siempre estamos ante un momento histórico), pero este tiene la particularidad de marcar una factible y atroz ruptura. Para los lectores que no son de Argentina les aclaro: ese día deberemos elegir entre la continuidad de un país prácticamente desendeudado, con una incipiente industrialización, con un fuerte mercado interno, con inclusión educativa, ampliación de libertades y derechos civiles, con una economía perfectible pero no desastrosa o la vuelta al peor pasado, al del endeudamiento, las restricciones civiles, la sujeción económica a poderes extranjeros, la educación privativa, a la economía de mercado, el desequilibrio socio-económico. En estos días, gasto todas mis energías en buscar los argumentos más claros y abarcativos para expresar mi convicción de seguir adelante, de no volver a uno de los pasados más horrorosos. Es difícil, todo está a la vista y sin embargo hay gente que se niega a ver. Las corporaciones mediáticas han incentivado tanto los prejuicios, el encono, la intolerancia que enceguecen a muchos de nuestros conciudadanos. Dios nos libre y nos guarde de ambicionar nuestra propia destrucción, cosa que por desgracia está sucediendo.

Como siempre, les deseo lo mejor

Gustavo Monteros