El
melodrama de pura cepa es un género en vías de extinción. Las estrellas
modernas, cuando juegan a ser divas, eligen para lucir las dotes dramáticas y
el gran vertimiento de lágrimas dramas más realistas, con enfermedades o sin
ellas.
Las estrellas de antaño, en cambio, habitaban el
melodrama como una segunda casa. Casi sin esfuerzo, podían sufrir con estilo
suntuoso, con gracia renovada, con intenso glamur las tramas más rebuscadas sin
perder por el camino a ningún espectador, o más bien, espectadora, porque el
melodrama tenía a la mujer como principal destinataria. Lo del rebuscamiento de
la trama no es un tema menor, los desencuentros fortuitos, las casualidades repentinas,
las perdiciones irrevocables, las redenciones más accidentales estaban a la
orden del día. Por ejemplo, si una mujer pobre para bien casarse con un hombre
rico dejaba su beba de meses en la puerta de un convento, veinte años después,
necesitada de una secretaria o dama de compañía, entre todas las posibles
aspirantes, contrataba a la hija perdida. Los autores huían de la verosimilitud
como de un sacrilegio. Y sin embargo cuanto más improbable fuera la situación,
mejor funcionaba. El público no solo aceptaba tan enrevesadas convenciones,
sino que las tomaba como la intromisión de un destino cruel siempre dispuesto a
cobrar su parte. Y ya se sabe, desde la tragedia griega en adelante, nada
compele más a la compasión que el ensañamiento de un destino inmisericorde
empeñado en no olvidar errores.
Christian
Petzold (Jericó, 2008, Bárbara, 2012) no se anda con vueltas y trabaja
Ave Fénix como un melodrama. Quizá el
género lo ayuda a tratar un tema espinoso: la complicidad civil con el nazismo.
Parte de una vieja novela de Hubert Monteihet, Regreso de las cenizas, que ya tuviera otra adaptación cinematográfica
dirigida por J Lee Thompson: Return from
the ashes / Una llamada a las doce,
1965. La ficha de Filmaffinity me refresca la memoria con esta sinopsis: "Tras
la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la doctora Michele Wolf (Ingrid Thulin)
regresa de un campo de concentración y se encuentra ante un panorama desolador:
la hija de su primer matrimonio (Samantha Eggar) se ha convertido en amante de
su segundo marido (Maximilian Schell). Casi irreconocible, tras sufrir una
operación de cirugía plástica, Michele investiga la vida de su familia y acaba
descubriendo que su actual marido planea matarla a ella y a su hija para
quedarse con su fortuna." Sabrá Dios de qué va la novela original en
realidad, porque si el film de Thompson respeta con más o menos fidelidad el
argumento, ahora Petzold solo utilizó la situación inicial.
En Ave Fénix, Nelly (Nina Hoss) ha
sobrevivido a Auschwitz, con la ayuda de Lene (Nina Kunzendorf) se instala en
Berlín. Por tener el rostro desfigurado debe someterse a una cirugía plástica,
le pide al médico recuperar su antigua cara. Libre de las vendas, busca y
encuentra a su ex marido, Johnny (Ronald Zehrfeld), quien no la reconoce y le
pide que interprete a su ex mujer (o sea a ella misma, suprema ironía) para
cobrar las herencias legadas por los parientes que perecieron en el holocausto.
Petzold
es un arquitecto de la tensión, no ornamenta la sencilla trama sino que la
tensa hasta que uno ansíe una resolución que, cuando llega, es magistral.
Porque si es cierto que la verdad está en los detalles, la simpleza conmociona
más con su despojamiento. Por supuesto
que para que el juego sea perfecto como es, necesita de la complicidad y el
talento de los actores. Del primero al último están magníficos, pero es el trío
central el que arma y desarma los secretos con envidiable despliegue de
expresividad. Imposible no destacar que Nina Hoss está a la altura de las
grandes cultoras del género. Uno comparte su destino primero y la ama después
sin reservas ni fin.
En
el transcurso del argumento, la bellísima canción de Kurt Weill, Speak low, con letra no menos hermosa de
Ogden Nash, tiene una particular significación. Y como Weill es una de mis
debilidades más cultivadas, que esta canción pautara la historia me regocijaba
indeciblemente.
En
resumen, si usted es un espectador sensible y adulto con hambre de cine
sensible y adulto, sáciese con esta maravilla, sin duda uno de los mejores
filmes que veremos este año.
Gustavo Monteros
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