jueves, 11 de diciembre de 2014

Un pasado imborrable



Cuando empezó me dieron ganas de cantar “Es la historia de un amor como no hay otra igual…” porque Eric (Colin Firth) el más improbable de los galanes, un obsesivo de los ferrocarriles conoce ¡y seduce! a la más mundana y experimentada Patti (Nicole Kidman) de una manera tan insólita, que si no se basara en un libro de memorias, sería el más bello invento de un novelista romántico. Se casan, pero no viven felices y comen perdices, porque Eric no puede dejar atrás el pasado imborrable al que hace referencia el título que le propinaron los distribuidores locales. Es que Eric fue uno de los ingenieros capturado y torturado durante la Segunda Guerra Mundial por los japoneses en Tailandia y obligado a trabajar en el ferrocarril que uniría Tailandia con Birmania. La desconcertada Patti le pedirá ayuda a Finlay (el impar Stellan Skarsgård) amigo de Eric desde que estuvieron juntos en el campo de concentración. Lo que sigue es la batalla de Eric por comprender, aceptar y hacer las paces con su pasado.


La historia transcurre en dos tiempos, en el presente del relato, fines de los setenta y comienzo de los ochenta y en el pasado traumático o sea 1942 y los tres años subsiguientes. El Eric joven es interpretado por Jeremy Irvine (el compañero humano del equino sufrido, el inolvidable Caballo de guerra del gran Spielberg).


El director Jonathan Teplitzky narra con mesura y elocuencia. Colin Firth le da a su personaje una contención británica que lo hace incluso más conmovedor. Y Nicole Kidman a su catálogo de virtudes le agrega la de saber escuchar desde el personaje sin anteponer jamás a la estrella que es para robar cámara. El resto del elenco, del primero al último, está impecable. Imposible no destacar a Tanroh Ishida como el joven Takeshi Nagase y en especial a Hiroyuki Sanada, en el mismo personaje ya mayor, la contrapartida de los Erics.


En resumen, una cita impostergable para los cinéfilos, porque como ya se habrán dado cuenta estamos en el terreno de El puente sobre el río Kwai, 1957, del grande entre los grandes, David Lean. Ya no están Alec Guinness, William Holden, Jack Hawkins, James Donald o Sesseu Hayakawa, pero ellos estaban en una versión cinematográfica de una novela de Pierre Boulle. Firth, Kidman, Skarsgård, Irvine, Sanada y los demás no les van a la zaga y están en la recreación de las memorias del combatiente real Eric Lomax. Aquel clásico y esta muy buena película tienen objetivos y estilos diferentes, pero se complementan. Echan luz a sucesos que jamás debieron ocurrir.
 

Abrí con una canción, cierro con otra “Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente”.

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