Por
esas cosas fortuitas que tienen las carreras de los actores, Liam Neeson, se
topó, ya de grandecito, con encarnar héroes de acción. Y se le da bien esto de
andar a los tiros y a las patadas, le sale creíble, factible, por más que ya no
esté tan erguido, tenga muchas canas y las tragedias (la de su súbita viudez y
el alcoholismo) le hayan bifurcado las arrugas.
Esta
vez es Matt Scudder, un detective privado, protagonista de una serie de novelas
de Lawrence Brock. (Este mismo personaje fue interpretado por Jeff Bridges en
1988 en Morir mil veces de Hal
Ashby).
Un
narcotraficante Kenny Kristo (Dan Stevens, el ex Matthew Crawley de Downton Abbey en plan de cara de dolor
de muelas constante) le pide a Scudder que averigüe quién mató a su esposa para
vengarse.
Dirigió
Scott Frank con precisión la mayor parte de las veces. Por momentos, el film
tiene la sequedad del buen noir. En otros, no tanto. No, más bien cae en la
ñoñería de las viejas series policiales. Pero como cuando la pega, raya alto,
la cosa se sigue con interés.
En
resumen, de visita obligatoria para los que aman el policial más bien negro.
Gustavo Monteros
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