viernes, 11 de julio de 2014

La mejor oferta



El cine de Giuseppe Tornatore (Cinema Paradiso, Estamos todos bien, Una pura formalidad, Fabricante de estrellas, La leyenda del pianista en el océano, Malena, La desconocida, Baaria-Las puertas del viento) es como un ramo de rosas, suntuoso, elegante, bello, oloroso, un poco obvio, un tanto cursi, pero a menos de que se sea alérgico ¿a quién no le gustan las rosas?


“A la mejor oferta” en la jerga de los remates refiere a aquellos objetos que no tienen piso valorativo, que se comienzan a subastar según lo que se ofrezca. La aclaración viene a cuento no solo por el título, sino porque en este mundo de obras de arte y antigüedades valiosas es en el que reina Virgil Oldman (Geoffrey Rush) con corona indiscutida. Hombre-erizo como pocos, respira orgullo y soledad. Aislamiento al que tienen parcial acceso Robert (Jim Sturgess) y Billy (Donald Sutherland), aunque la llegada de una clienta misteriosa, Claire (Sylvia Hoeks) desequilibrará la ordenada reclusión de Virgil.


Tornatore narra esta vez con untuosa parsimonia porque debe elaborar un truco de magia, ensamblar un reloj que haga explotar una bomba. Se apoya en tres pilares: el impecable histrionismo de Rush, una dirección de arte de casi uniforme buen gusto y la música del gran Ennio Morricone, que a los 85 años está más joven que al principio de su carrera, lo que aquí entrega es muy, muy hermoso. El problema es que una vez elaborado el truco, al desarmar la trampa uno siente que hay subtramas que se trabajaron en demasía mientras que otras, para despistar, se pasaron un poco por alto y que todo tomó más tiempo del necesario. Tornatore, como prestidigitador, quizá sintió que hacía lo apropiado, no sé, yo al menos no estoy tan de acuerdo.


En resumen, un film imprescindible para los seguidores de Rush, Tornatore y Morricone, los demás, con un mínimo de tolerancia, podrán disfrutar de un mecanismo lícitamente embaucador que quizás se engrasó en abundancia.

Un abrazo, Gustavo Monteros

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