viernes, 24 de enero de 2014

Escándalo americano




El título original de esta película es American hustle  (hustle es fraude, estafa, por lo tanto una traducción más o menos fiel sería Estafa norteamericana). Se basa muy libremente en una operación del FBI a fines de los 70 y principios de los 80 conocida como Abscam o Arab scam  (scam es timo, chanchullo, o sea que Abscam sería Chanchullo árabe) que partió de una investigación de mercadería robada y derivó en el desenmascaramiento de algunos políticos corruptos.


El film se abre con una voz en off que remite al clásico de Scorsese de 1990, Buenos muchachos, y el quid de la cuestión remite a aquel clásico de George Roy Hill de 1973, El golpe; de donde se deduce que para el pleno disfrute de la historia, cuanto menos se sepa, mejor.


Bástenos decir que hay un cuarteto principal conformado por Irving Rosenfeld (Christian Bale), un estafador que procura tener siempre la cabeza lejos de cualquier radar, casado con Rosalyn (Jennifer Lawrence), más pegajosa que el viejo papel matamoscas y más volátil que un cuete trucho, y enamorado de Sydney Prosser (Amy Adams), una superviviente sexy, inescrupulosa, camaleónica y con más capacidad de amar que todos los personajes de Ingrid Bergman juntos; Irving y Sydney caerán en la mira de Richie DiMaso (Bradley Cooper), un agente del FBI de ambiciones ciegas. También adquirirá relevancia la figura del alcalde Carmine Polito (Jeremy Renner), carismático hombre público.


David O Russell después de experimentar con las formas en Tres reyes (1999) y I heart Huckabees (2004) se consolidó con The fighter (El ganador, 2010) y Silver linings playbook (El lado bueno de las cosas, 2012) como el campeón de las familias o más bien las relaciones disfuncionales, con conflictos no del todo irreconciliables que se superan o al menos se sobrevuelan con esa cosita llamada amor. Sus personajes están siempre al borde de la explosión, pero no llegan al desenlace del personaje de Capusotto que se tilda en el facebook, porque los tenues lazos de la contención aún les funcionan, lo que los hace muy atractivos. La galería de personalidades que suma aquí acrecienta su fama de creador de neuróticos inolvidables post Woody Allen.


Christian Bale, después de bajar asombrosamente de peso para El maquinista, Rescate al amanecer y El ganador, engorda a la De Niro para El toro salvaje. Más allá del abuso de esta discutible técnica de mimesis, el hombre tiene talento y sabe cómo usarlo.  Amy Adams y Jennifer Lawrence son dos actrices portentosas que están más allá de los adjetivos. Bradley Cooper y Jeremy Renner ratifican que ocupan lugares de privilegio en el cine contemporáneo no en vano. Impecable también el resto del elenco con una apabullante aparición breve de Robert De Niro que oficia como regalo de los dioses.


Esta película de regocijante recreación de las modas y los ambientes de los 70, pasará a la historia del cine por dos detalles, los peinados, en especial el de Christian Bale y una línea de diálogo que se refiere al personaje de Jennifer Lawrence y que nombra a Picasso en el símil. Frase inspiradísima que no transcribo para no entorpecer el placer de saborearla. No dudo que a la larga será tan citada como las apócrifas de Casablanca o Carne.


En resumen, una excelente comedia negra.

Un abrazo, Gustavo Monteros

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