jueves, 30 de enero de 2014

Ajuste de cuentas




Ajuste de cuentas es una producción hípercomercial que no se avergüenza de serlo, que muestra sus cartas desde un principio y que no se propone otra cosa que entretenernos con la explotación de viejos mitos cinematográficos. Sí, es la versión PAMI de Rocky versus El toro salvaje, algo así como una reedición de Alien versus Terminator en clave tercera edad.


El film se abre con un programa televisivo que rememora viejas peleas. Vemos a Robert De Niro y Sylvester Stallone, jóvenes y pujantes, como cuando los conocimos en aquellas épocas doradas en las que no teníamos canas ni despuntábamos arrugas. Henry “Razor” Sharp (Stallone) y Billy “the kid” McDonnen (De Niro), boxeadores ambos, of course, se enfrentaron dos veces, cada uno de ellos ganó un combate y quedó pendiente una revancha final. Razor se retiró y regresó a la acería donde trabajaba y The kid hace hoy shows de stand-up, cualquier parecido con las películas antes mencionadas no es pura coincidencia. No se necesita ser Hercule Poirot para deducir que las vueltas de la vida (o del argumento) los volverán a reunir en otro combate culminante. Antes, of course también, deberán enfrentar algunos temas pendientes en la forma de hijos, nietos, ex novias, ex entrenadores e hijos de ex agentes.


Una trama que puede seguir hasta un niño chino de tres años que jamás vio una película yanqui, pero es imposible no preguntarse ¿los espectadores jóvenes que no tienen idea de quienes son Stallone y DeNiro intuirán que hay algo más que una historia de viejos boxeadores que vuelven al ring solo porque pueden darse ese lujo? ¿Se percibirá lo metacinematográfico cuando se desconoce el pasado con el que se dialoga? Sabrá Dios.


A esta altura sobran las pruebas de que DeNiro es proclive a desacralizar su glorioso pasado. Volvió a subirse a un taxi en Being Flynn, ahora se calza los guantes otra vez. Los que lo odian dicen que se autoparodia, yo elijo creer que se revisita.


Stallone se ha repetido, pero esta es la primera vez que se cita a sí mismo conscientemente en tono humorístico. Confesó sentirse incómodo en la comedia, aunque aquí las generosidades de DeNiro y de Alan Arkin le establecen una zona de confort y entrega una de las actuaciones más interesantes de su carrera.


El talentoso Arkin, “redescubierto” a partir de Pequeña Miss Sunshine, aprovecha cada escena y cada línea para divertirse y divertirnos.


A Kim Bassinger las cirugías rejuvenecedoras no la volvieron irreconocible, solo le aplanaron los rasgos y le quitaron algo de belleza, nada grave, sigue siendo hermosa. Es una buena actriz, no la más expresiva del mercado, nada grave tampoco, compensa la ausencia de histrionismo con un buen manejo de la emoción y la intención. Es excelente, por ejemplo, como cierra su escena de dolida explicación con el chiste de las palomas. No cualquiera.


En resumen, un honesto y entretenido film comercial. (Ah, como la edad es muy relevante para el argumento, consignemos que De Niro tiene 70 años y Stallone, 67).

Un abrazo, Gustavo Monteros

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