jueves, 10 de octubre de 2013

Blue Jasmine



Una mujer muy caída en desgracia se refugia en la casa de su hermana, último bastión que le queda. ¿Les suena familiar? Claro, es el conflicto inicial de Un tranvía llamado Deseo. Blue Jasmine, la última de Woody Allen es una reformulación homenaje a la obra homónima de Tennessee Williams. No sorprende entonces que la protagonista sea la magnífica Cate Blanchett, que ya tiene en su haber dos versiones de Blanche en sendas puestas teatrales de la obra, la última dirigida nada más ni nada menos que por la inmensa Liv Ullman.

Se trata de una reformulación no de una versión o una actualización. Hay una reescritura completa. Pero el punto de partida y el de llegada, más alguna que otra circunstancia, son iguales a los de la eximia obra teatral. Los que conocemos bien la obra disfrutamos las similitudes y los apartamientos del original. Los que no la conocen tendrán el doble placer de disfrutar esta transformación y podrán después, si son gustosos, remitirse al libro o a alguna de las versiones cinematográficas o televisivas de la pieza. El tema central en Williams y en Allen es la imposibilidad de una mujer para superar su pasado y la pobre, por errores propios y avatares ajenos, termina por desbarrancarse en la insania.

Como siempre los diálogos de Allen son precisos y punzantes, los personajes delineados con claridad meridiana, las interpretaciones gozosas y fluidas porque al no haber tanto corte de planos pueden apreciarse en toda su riqueza. La expresiva dirección de arte vuelve a ser de su colaborador frecuente, el gran Santo Loquasto y la hermosa fotografía es del español, Javier Aguirresarobe (Los ojos de mi niña, Los otros, Hable con ella, Los fantasmas de Goya, Vicky Cristina Barcelona).

Y como siempre también cuenta con el elenco que se le ocurre, nadie le dice no a Woody. Alec Baldwin, Louis C K, Bobby Cannavale, Andrew Dice Kay, Peter Sarsgaard, Michael Stuhlbard están irreprochables, pero el film tiene una reina y una virreina. La genial Sally Hawkins es la hermana y, me pongo de pie, porque en una actuación sencillamente antológica, Cate Blanchett habita la perfección. Se ve venir lo que le pasará a su personaje y sin embargo por más preparados que estemos nos deja con un nudo en la garganta.

Por Cate, Sally y los virtuosos talentos de Allen es una película imperdible. Sin duda alguna, una de las mejores del año.

Por suerte es todo lo que tengo para decir. Por haber sido justo con Woody,  no tengo que pedalear en el aire. Como nunca dije que estaba acabado, que era un has-been total, que Match-point era el resabio del oficio que se negaba a morir, que Medianoche en París era la última golondrina que le hacía el verano a un director seco e invernal o alguna otra insensatez de parecido temor, no tengo que disculparme, justificarme o elucubrar alguna teoría trasnochada que compense tanta metida de pata.

Posterior al estreno de esta película en Londres, los críticos de The Guardian eligieron las 10 mejores películas de Woody Allen y como tenían que ser sólo 10, dejaron afuera a… ¡La rosa púrpura del Cairo! ¿De cuántos directores se pueden elegir sus mejores 10 películas? Algunos en toda su carrera no llegaron a 10 y apenas unas pocas podían ser consideradas sus mejores. El pequeño es un gigante. O como decía la vieja propaganda del secarropas: Poderoso el chiquitín.
Un abrazo, Gustavo Monteros

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