Una mujer muy caída en desgracia se
refugia en la casa de su hermana, último bastión que le queda. ¿Les suena
familiar? Claro, es el conflicto inicial de Un
tranvía llamado Deseo. Blue Jasmine,
la última de Woody Allen es una reformulación homenaje a la obra homónima de
Tennessee Williams. No sorprende entonces que la protagonista sea la magnífica
Cate Blanchett, que ya tiene en su haber dos versiones de Blanche en sendas
puestas teatrales de la obra, la última dirigida nada más ni nada menos que por
la inmensa Liv Ullman.
Se trata de una reformulación no de
una versión o una actualización. Hay una reescritura completa. Pero el punto de
partida y el de llegada, más alguna que otra circunstancia, son iguales a los
de la eximia obra teatral. Los que conocemos bien la obra disfrutamos las
similitudes y los apartamientos del original. Los que no la conocen tendrán el
doble placer de disfrutar esta transformación y podrán después, si son
gustosos, remitirse al libro o a alguna de las versiones cinematográficas o televisivas
de la pieza. El tema central en Williams y en Allen es la imposibilidad de una
mujer para superar su pasado y la pobre, por errores propios y avatares ajenos,
termina por desbarrancarse en la insania.
Como siempre los diálogos de Allen
son precisos y punzantes, los personajes delineados con claridad meridiana, las
interpretaciones gozosas y fluidas porque al no haber tanto corte de planos
pueden apreciarse en toda su riqueza. La expresiva dirección de arte vuelve a
ser de su colaborador frecuente, el gran Santo Loquasto y la hermosa fotografía
es del español, Javier Aguirresarobe (Los
ojos de mi niña, Los otros, Hable con ella, Los fantasmas de Goya, Vicky
Cristina Barcelona).
Y como siempre también cuenta con el
elenco que se le ocurre, nadie le dice no a Woody. Alec Baldwin, Louis C K,
Bobby Cannavale, Andrew Dice Kay, Peter Sarsgaard, Michael Stuhlbard están
irreprochables, pero el film tiene una reina y una virreina. La genial Sally
Hawkins es la hermana y, me pongo de pie, porque en una actuación sencillamente
antológica, Cate Blanchett habita la perfección. Se ve venir lo que le pasará a
su personaje y sin embargo por más preparados que estemos nos deja con un nudo
en la garganta.
Por Cate, Sally y los virtuosos
talentos de Allen es una película imperdible. Sin duda alguna, una de las
mejores del año.
Por suerte es todo lo que tengo para
decir. Por haber sido justo con Woody,
no tengo que pedalear en el aire. Como nunca dije que estaba acabado,
que era un has-been total, que Match-point
era el resabio del oficio que se negaba a morir, que Medianoche en París era la última golondrina que le hacía el verano
a un director seco e invernal o alguna otra insensatez de parecido temor, no
tengo que disculparme, justificarme o elucubrar alguna teoría trasnochada que compense
tanta metida de pata.
Posterior al estreno de esta película
en Londres, los críticos de The Guardian eligieron las 10 mejores películas de
Woody Allen y como tenían que ser sólo 10, dejaron afuera a… ¡La rosa púrpura del Cairo! ¿De cuántos
directores se pueden elegir sus mejores 10 películas? Algunos en toda su
carrera no llegaron a 10 y apenas unas pocas podían ser consideradas sus
mejores. El pequeño es un gigante. O como decía la vieja propaganda del
secarropas: Poderoso el chiquitín.
Un
abrazo, Gustavo Monteros
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