viernes, 26 de octubre de 2012

Histeria




El 2012 será recordado como el año del consolador (al menos en cuanto a representación dramática se refiere).
 

En realidad todo comenzó algunos años atrás, cuando a Sara Ruhl, dramaturga estadounidense, una amiga le recomendó el libro Technology of Orgasm de Rachel P Maines sobre la historia del vibrador (así se lo llama en las culturas anglosajonas). Sara se enteró de que a fines del siglo XIX el artefacto se usaba para tratar la “histeria” femenina, entendida como la acumulación de fluidos en el útero. Curiosamente este tratamiento médico no se consideraba “sexual” porque se creía que la mujer no tenía “deseo”, de modo que el concepto “orgasmo” era inconcebible. A Ruhl la sedujo la contraposición de gazmoñería victoriana y sexualidad y escribió In the Next Room, or the Vibrator Play (En el cuarto de al lado o la Obra del Consolador).
 

A principios de este año, Helena Tritek estrenó En el cuarto de al lado para el público porteño en una puesta elegante, sensible, inolvidable. El elenco era soñado. Luciano Cáceres era el Dr. Givings, el médico encargado de administrar el tratamiento del “masaje pélvico que conduce al paroxismo y alivia la histeria”. Gloria Carrá era Catalina Givings, su esposa, curiosa a más no poder por saber lo que ocurre “En el cuarto de al lado” o sea el consultorio en que se administra la cura. Gipsy Bonafina era Ana, la asistente del doctor, dueña de un secreto inconfesable para los parámetros de la época. Victoria Almeida era Sabrina Daldry, una joven paciente necesitadísima de que la traten. León Bara era el Sr. Daldry, su esposo, un hombre muy de sus tiempos, o sea, ignorante e insensible. Esteban Meloni era Leo Irving, un pintor perturbado que decide probar la cura. Y Erica Sposito era la nodriza de la bebé de Catalina, Isabel (como la Sarli) mujer de bellos pechos a la que el pintor no tarda en convertir en una “madonna”. La obra de Ruhl está construida con inspiración y arte, tiene ternura y un humor muy sutil. La Tritek tuvo el buen tino de llamar a un especialista en protocolo y conducta social de la época y logró que los actores fueran conscientes de las restricciones de comportamiento de sus personajes. Esto llevó a que emergiera conmovedoramente el sustrato de la obra: las convenciones sociales no persiguen la felicidad del hombre sino el mantenimiento de estructuras de poder. Las virtudes de obra, elenco y dirección se vieron realzadas por una escenografía bellísima (y me quedo corto) de Eugenio Zanetti y por un vestuario igualmente deslumbrante también de este argentino ganador de un Óscar. Y las expresivas luces de Jorge Pastorino no le iban a la zaga. Los productores y el elenco confiaron en que el “boca a boca” hiciera despegar la obra y la transformara en un éxito, algo que por desgracia no pasó. Una pena porque era un espectáculo magnífico. En nada pude contribuir porque, como buen papamoscas que soy, asistí a la última función.
 

Cuando me enteré de la existencia de la película Hysteria creí que era una versión cinematográfica de la obra. Pero no. La directora Tanya Wexler abreva en el mismo contraste de restricción victoriana y “liberación de fluidos” pero persigue otro derrotero: el de la comedia romántica con “ingredientes”, como me gusta llamar a estos híbridos. Siendo sus “ingredientes” el mentado consolador, la liberación femenina, y la medicina para ricos versus la que favorecería a los desprotegidos. Ostenta un humor más directo que el de la obra de Ruhl, sin por eso caer en lo chabacano. Una comedia amable y simpática, por momentos desorientada, como si no supiera del todo qué quiere contar. El elenco, que interpreta esta historia de un doctor mayor, dos hijas en edad de merecer, un médico joven que heredará la consulta del consolador y un amigo que lo sacará de apuro añadiendo electricidad al aparatito, es de primera: Jonathan Pryce, Hugh Dancy, Felicity Jones y un irreconocible Rupert Everett (¿qué diablos se hizo en la cara?), pero quien vuelve a la película ineludible es Maggie Gyllenhaal. La chica destella encanto, seducción e inteligencia en un papel que fue descripto con justeza por Fernando López “como para una Katherine Hepburn joven”. Verla es una verdadera delicia.
 

Gyllenhaal confesó en un reportaje que le llamó la atención el sonrojo que todavía provoca el consolador; como recuerda bien hizo papeles más lanzados (La secretaria película que la puso en el mapa trata sobre una relación sadomasoquista) que despertaron menos revuelo que hablar de este aparatito eléctrico. Y sí, es así, los consoladores son tan viejos como el hombre y como ilustran los estupendos créditos finales de este film los hay de una variedad infinita, pero se los nombra y hay un poco de escozor. La conclusión es evidente, hoy hablamos de sexo hasta por los codos, pero la auténtica libertad sexual nos elude, sigue siendo una utopía.
 
Un abrazo, Gustavo Monteros

En la foto de arriba se ve a Gloria Carrá y Luciano Cáceres en una escena de El cuarto de al lado. En la de abajo se a Maggie Gyllenhaal, Rupert Everett y Hugh Dancy en una escena de Histeria.

viernes, 19 de octubre de 2012

Moonrise Kingdom - Un reino bajo la luna




Con Moonrise Kingdom – Un reino bajo la luna, Wes Anderson se gana el derecho al adjetivo. Tal como en algún momento de sus carreras, Visconti, Fellini o Bergman se ganaron el derecho a que aspectos de su cine se definieran como Viscontianos, Fellinianos o Bergmanianos. Ya hay un cine Andersoniano que se reconoce al primer fotograma. Los tableaux (la distribución de los personajes como si estuvieran en un cuadro), la consistente paleta de colores o tramas (la escenografía y el vestuario presentan matices de un mismo color o de colores hermanos que se engarzan con patrones afines), el humor asordinado, implosivo casi, la aparente distancia emotiva de los conflictos que más que vivirse en carne viva lucen como la recreación de un viejo dolor. Y los personajes. Únicos. Seres desencantados, frustrados, un poco deprimidos pero con un resto de voluntad para intentar una peripecia que los rescate.


Si han visto alguna de sus películas (Bottle Rocket (Buscando el crimen, 1996), Rushmore (Tres son multitud, 1998), The Royal Tenenbaums (Los excéntricos Tenenbaums, 2001), Vida acuática, 2004 y Viaje a Darjeeling, 2007) tienen ya una idea clara de lo que hablo.


Moonrise Kingdom – Un reino bajo la luna transcurre en la isla imaginaria de Penzance en 1965. Y como el título sugiere hay algo de cuento para chicos. Las fugas de dos preadolescentes motorizan el relato. Sam (Jared Gilman) huye de un campamento de scouts y Suzy (Kara Hayward) se escapa de la casa de sus padres (el inmenso Bill Murray y la no menos grande Frances McDormand). Y no cuento más para no arruinarles el gusto de descubrir lo que sigue. Básteme decir que habrá epifanías del primer amor y que como siempre en Anderson, los adultos son como niños y los niños como adultos.


A las singularidades de la puesta en escena, se le suma una bella partitura de Alexander Desplat, con obras de Benjamin Britten como invitadas de lujo. Y el elenco es maravilloso. Del primer niño al último adulto prodigan expresividad. A los mencionados, hay que agregar a Edward Norton, Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Harvey Keitel, Bob Balaban, y dejo para el final a mi favorito en ésta y en tantas otras películas: Bruce Willis, que ratifica ¿alguien acaso lo duda? ser un gran actor. 


Faltaría a la verdad si no dijera que es una de las películas más hermosas y elegantes que vi en mi vida. Perdonen mi arrebato de entusiasmo, pero es una de las mejores películas que veremos este año. Si no han tenido la dicha de ver alguna de sus películas anteriores (hasta la menos lograda libera endorfinas) Moonrise Kingdom – Un reino bajo la luna es la introducción perfecta a una visión del mundo que de ahora en más sólo puede calificarse de Andersoniana.

Un abrazo, Gustavo Monteros

¡Lo logramos!



Casablanca entró entre las cinco películas más vistas del fin de semana pasado. Vamos por más. Ojalá que como El padrino el año pasado esté unas cuantas semanas en cartel. ¡Sí a los reestrenos! ¡Sí a los clásicos! ¡Sí al auténtico cine!
 

"RECAUDACION 
Cantidad de entradas vendidas del jueves al lunes en la salas de la Ciudad por las cinco películas más taquilleras. 

1.- Hotel transylvania 1.672 
2.- Búsqueda implacable 1.442 
3.- Ted 977 
4.- Resident evil 659 
5.- Casablanca 595"

jueves, 11 de octubre de 2012

Con C de Cine






El cine es un embuste que compartimos con los que decidieron pagar una entrada a la misma hora que nosotros. Una luz titilante que destella mentiras que elegimos creer. Una impostura de vida sobre un trapo sucio más real que despertarnos o morir porque tiene un propósito. El de embaucarnos en el olvido de que estamos solos. Un milagro frágil que se fortalece porque se vuelve recuerdo. Fotos móviles de actores maquillados con emociones fabricadas contra un fondo de decorado o paisaje. Un truco de feria tan barato como el exorcismo a un desposeído que el ingenio del hombre, llamado tecnología, ha hecho tan tangible como el pan y nítido como una campana.
 
Años atrás, muchos, era pobre de ciencia y rico de magia. Bastaba que Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se encontraran en Casablanca para que supiéramos qué era un ideal y muriéramos de amor. Hoy eso se ha perdido. Pero ha vuelto por un ratito y nos necesita más que nunca.


Aunque la hayamos visto mil veces o ninguna, con ganas o a la fuerza, con dolor de alma o de estómago, llenemos todas, todas, todas las funciones de Casablanca. Con extorsión de afectos o a punta de pistola, llevemos a padres, hijos, vecinos y porteros, a esposos compartidos, novias olvidadas, amantes imaginarios, putas castas, amigos traicioneros o enemigos fieles, colemos las mascotas, embanderemos al hincha, endominguemos al zaparrastroso, arrastremos al deprimido y hasta carguemos los fantasmas. Todos valen y cuentan.

Sólo así volverán Lawrence de Arabia, Barrio Chino, Cabaret, El gatopardo, El ciudadano, Cartouche, Amarcord, El séptimo sello, Umberto D, Los diez mandamientos, Los niños del paraíso, Ben Hur, Cantando bajo la lluvia (o la que quieran o elijan) al galpón al que pertenecen: EL CINE.

Casablanca se exhibe en el Cinema City (50 e/ 9 y 10) y va a las 14:15 - 18:45 - 21:00 - 23:10 – (y el sábado en trasnoche a la 1:25). Vayamos ahora, hoy, ya, no lo dejemos para la semana que viene porque quizá ya no esté en cartel. Dejemos de contentarnos con sucedáneos pobres, demostremos que hay un público para los clásicos.

Un abrazo, Gustavo Monteros