jueves, 13 de diciembre de 2012

El romance del siglo


Si existiera un premio por elegancia, fineza y su glorificación, esta película ganaría el de la más paqueta del año. El diseño de arte (es decir, la escenografía, las locaciones, la ambientación, la utilería, etc) más el vestuario y los peinados son de una notable exquisitez. Si arranco esta crónica consignando este hecho es porque lo primero que llama la atención en este film y lo que más perdura una vez finalizado es este aspecto. Es evidente que se han tomado todo un trabajito y les luce.
 


El título más que El romance del siglo (el original es intraducible, es la sigla W.E. conformada por los nombres Wallis y Edward que alude al pronombre we, nosotros en inglés) debería ser Wally y Wallis porque el film se estructura en las historias de estas dos mujeres. Primera decisión inteligente ya que la conocida historia del romance entre la norteamericana Wallis Simpson y Edward, primero príncipe de Gales y luego rey abdicante al trono de Inglaterra ha sido manoseada, al menos por la televisión, hasta el hartazgo. Aquí el punto de partida es Wally Winthrop (la muy bella y talentosa Abbie Cornish), una señora bien casada en lo material y mal casada en lo sentimental que tiene una obsesión con Wallis (la no tan bella pero no menos talentosa Andrea Riseborough) y el rey que dejó un trono por amor (“a las chicas les gustan los cuentos de hadas” dirá el guión en algún momento). Esta fijación de Wally dará origen al pararelismo constante del que se nutre el film y veremos así los vaivenes emocionales de Wallis por un lado y los de Wally por el otro. Si me pongo cínico podría decir que propone algo que suena muy “noventoso”: otro atisbamiento de la vida privada de los ricos y famosos.
 


Se trata de la segunda película como directora de nuestra visitante de la semana, Madonna, y su regreso al séptimo arte después de que anunciara su retiro definitivo tras que su primer film Filth and wisdom, 2008, fuera vapuleado unánimemente por crítica y público. Como no tuve dicha o desgracia de ver el citado opus no puedo decir una palabra sobre él y sobre si esta nueva aventura cinematográfica representa un progreso o un mayor o mejor dominio de las herramientas directrices. Lo que sí puedo decir es que no es un bodrio, lejos de ello, es una película atendible, bien narrada, y con algunas observaciones certeras. Un poco fría, quizá; su clímax no desata emociones, es más una invitación a que atestigüemos hechos que para sus protagonistas son dolorosos. Tampoco es muy profunda  aunque haya esporádicamente detallecitos que me contradigan. El todo se  parece más bien a un buen novelón sentimental de los que tienen sus necesidades satisfechas y no tienen nada mejor que hacer que ponerse a sufrir por los vericuetos del amor o la pasión (no me lleven mucho el apunte, es mi resentimiento de asalariado el que habla, sufro por amor como cualquiera).
 


Dos momentos me llamaron la atención de este trabajo de Madonna, tal vez porque me remitía al estilo de dos directores que admiro por distintas razones. Hay una discusión entre Wallis y Edward que culmina junto a un árbol y la cámara los deja, se va arriba por el árbol y llega al cielo, re-Enrique Carreras. En otro Wallis baila con una negra hermosa y la música no es de época sino que es un tema de los Sex pistols, re-Baz Luhrmann, o más bien re-Moulin Rouge.
 


Ah, los caballeros son James D’Arcy (Edward), Ryan Hayward (Win Spencer, primer esposo de Wallis), David Harbour (Ernest Simpson, segundo esposo de Wallis), Richard Coyle (William Winthrop, único esposo de Wally), pero es el “feo” guatemalteco Oscar Isaac que  hace del ruso Evgeni el que se lleva la adoración de la cámara de Madonna. Queridas lectoras, ustedes me dirán si con razón o sin ella.
 


En resumen, si quieren ver lindas ropas, buenos muebles, ambientes hermosos, joyas únicas y toneladas de glamour en un par de historias de amor, ésta es su película de la semana.
 


En cuanto a mí, si entregara premios (perdonen la presunción, pero como adelantaron las nominaciones para el Óscar, de tan influenciado, estoy hasta las orejas de candidaturas previas) el polaco Abel Korzeniowski se llevaría el de Mejor Música Original para una Película. Su partitura es una de las más bellas que oí este año.
 

Un abrazo, Gustavo Monteros
 

Un detalle para cinéfilos o sabedores del inglés. Una de las casas que contribuyó con prendas vintage (ropa de época legítima y usada) se llama The way we wore. Juego de palabras con el título de la película de Sidney Pollack con Barbra Streisand y Robert Redford, The way we were, que aquí se llamó Nuestros años felices, pero cuyo título original se traduciría más o menos fidedignamente como Tal como fuimos, entonces  el nombre de la tienda se traduciría como Tal como nos vestíamos. Juego que demuestra la maleabilidad del inglés, con sólo el cambio de una letra, se obtiene una significación distinta.

1 comentario:

  1. A mí me gustó esta película, me parece que está muy bien cuidada y estéticamente es muy linda. La película El Romance Del Siglo, es un filme de romance que recomiendo mucho, pues te hace pasar un rato ameno.

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