sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Cómo lo hace?



Cuando se tiene algo que contar, se eligen los personajes adecuados, se les da la profesión más elocuente, se los ubica en tiempo y espacio,  y se procede al entramado de la historia, sus complicaciones y su desenlace. Dicho así parece una receta de cocina y quizá lo sea. Se sirve un plato que se deglute de otro modo.

En esta película la idea rectora es clara: transformar a la protagonista en una malabarista de la vida. Kate (Sarah Jessica Parker) es esposa, madre de una nena de seis y un nene de dos y también una profesional dedicada, ambiciosa y capaz. Pretende ser eficaz en todos esos aspectos y para lograrlo, o aproximarse a los logros, debe hacer malabares. No me detendré en las dificultades de ser una buena esposa y madre porque es materia conocida. Y hasta el machista más antediluviano sabe que ya demasiado difícil es cumplir con esos roles sin trabajar, como para negar que con un trabajo la cosa se complica mucho más.

Como se trata de una comedia, se necesitan circunstancias agravantes que generen empatía, humor y desventuras varias. Cuanto más demandante sea el trabajo o la profesión que ejerza la protagonista, más angustiosas o graciosas (en las buenas comedias, estos dos adjetivos son casi sinónimos) serán las peripecias.

Aquí se eligió que la protagonista trabaje en una empresa financiera. Sí, en una de ésas que con sus tongos llevaron a la debacle económica en que se hunde medio mundo. La chica esbozó un plan de inversiones que llama la atención de un jerarca, Jack Abelhammer (el inoxidablemente atractivo, Pierce Brosnan). Deberá desarrollar ese esbozo, trabajando al máximo y viajando de aquí para allá con Brosnan, para que después puedan venderlo a un tiburón mayor que verá multiplicado su dinero con la especulación. Para suavizar un poco la cosa, Sarah Jessica insiste con que el pequeño inversor no será esta vez estafado y que ganará, en proporción a lo que puso. tanto como el gran accionista. Sí, sí, querida.

Subrayo este detalle, porque si lo olvidamos o lo sustituimos con que compiten para juntar fondos para alentar la creación de una vacuna curatodo, el resto funciona si no a la perfección, muy bien para variar. Hay buenas líneas, buenas situaciones y buenas actuaciones. Sarah Jessica Parker, por ejemplo, está hilarante cuando la atacan los piojos.

A los mencionados hay que sumar al siempre simpático y rendidor Greg Kinnear como el marido de Sarah, Christina Hendricks como una fiel amiga, Olivia Munn como la dedicada asistente, Seth Meyers como un colega serruchapisos, y a Kelsey Grammer como un jefe al que sólo le importa que el trabajo se haga.

En definitiva una buena comedia (conservadora como todos los cuentos que defienden el status quo) que puede llegar a disfrutarse porque la identificación con las tribulaciones de la protagonista funciona de inmediato. Será porque todos a nuestro modo hacemos malabares. Para vivir, llegar a fin de mes, cumplir con la familia  y dedicarnos a lo que nos gusta en los pocos ratos libres que podamos conseguir. Dirigió Douglas McGrath.

Un abrazo, Gustavo Monteros

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