sábado, 16 de abril de 2011

Los Marziano

Ana Katz (El juego de la silla, La novia errante) es una directora muy personal que está desarrollando una voz única en la cinematografía argentina. Su parangón habría que buscarlo en algunas películas de Wes Anderson (Los fabulosos Tenembaum, Rushmore) o en Embriagado de amor de Paul Thomas Anderson. El método que utiliza, al igual que en los ejemplos mencionados, es la descomposición de la comedia clásica y el desbaratamiento sistemático de sus efectos cómicos tradicionales hasta lograr una amalgama cómico-dramática que podríamos denominar contracomedia. Dicho método procura volver evidentes verdades y profundidades subyacentes en situaciones en apariencia banales o de una cotidianeidad anodina o de una comicidad prosaica. No se persigue la carcajada sino más bien una sonrisa cómplice o conocedora. Y el resultado final es de extrañeza ante situaciones conocidas que se tornan levemente feéricas o un poco excéntricas. Como puede deducirse, el trabajo actoral es crucial en este estilo de comedia.

En el presente caso, el argumento podría remitir a la comedia costumbrista argentina típica, pero, como dijimos, se pretende otra cosa. Juan (Guillermo Francella) es un locutor de provincia al que no le fue del todo bien en la vida; está peleado con su hermano, Luis (Arturo Puig) al que aparentemente le va mejor, si se juzga como un ideal o un logro vivir en un country. La hermana de ambos, Delfina (Rita Cortese) y la mujer de Luis, Nena (Mercedes Morán) procuran reconciliarlos.


El mundo de cada hermano está contado estupendamente. Los detalles son certeros y expresivos. La resolución es apropiada y contundente. La empatía que se crea con los espectadores es inmediata.


Guillermo Francella, como en El secreto de sus ojos, se aparta de los histrionismos que le dieron fama y fortuna, y entrega otro trabajo atendible y logrado. Me quedo corto y me corrijo, superlativo. Arturo Puig, uno de nuestros más grandes actores teatrales, lamentablemente poco convocado por el cine, luce concentrado y enfurruñado, y contribuye con justeza y generosidad a la emoción final. Cortese y Morán ratifican ser actrices dotadas y maravillosas, luminosas y hondamente humanas.


Los rubros técnicos son impecables y es muy hermosa la música del Chango Spasiuk.


Los Marziano
es una rareza. Es una película industrial, no independiente, con nombres populares y convocantes, pero no es la comedia que el afiche o el pasado de los actores podría sugerir, sino una obra de autor. Ojalá que el público que la vea, aunque pueda llegar a esperar otra cosa más tradicional, la aprecie y la disfrute. Ojalá que tanta minuta berreta al paso que ofrece la tele todo el tiempo no haya arruinado el paladar del espectador popular.


Consejo de amigo, si pueden, véanla, es una muy buena película.


Un abrazo,

Gustavo Monteros

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