domingo, 17 de enero de 2010

Buenas costumbres

Noel Coward es mi hombre orquesta favorito. Dedicó su vida a entretener. Fue actor, director de cine y de teatro, comediógrafo, dramaturgo, guionista, novelista, compositor y unos cuantos etcéteras más. Gozó de muchísimo éxito. La facilidad con que prodigaba sus talentos no contribuyó a que se lo tomara en serio. Pero un día, gracias al teatro del absurdo, la corriente comenzó a cambiar. Alguien notó la influencia de la arquitectura de sus diálogos en Esperando a Godot de Beckett, y Harold Pinter no sólo lo eligió uno de sus dramaturgos favoritos sino que puso a escena varias de sus obras. La muerte lo sorprendió en plena ola de valoración crítica, no creo que esto le haya importado mucho, le interesa más la popularidad y el amor del público.


Y es de esos autores en quienes hasta la peor de sus obras es recompensadora e intrínsecamente divertida. Digo esto porque Easy virtue, título original del film y título de la obra en la que se basa no es uno de las mejores trabajos de Coward. Sin embargo tiene conflictos, situaciones y diálogos por los que más de un mediocre guionista del Hollywood contemporáneo vendería a su madre.


Es una comedia de costumbres que contrasta la hipócrita y moribunda aristocracia británica que seguía ignorando los efectos de la Primera Guerra Mundial y la pujante Norteamérica camino a convertirse en el nuevo árbitro mundial. Un imperio muere y otro nace. Conflicto semejante se hilvana nada más ni nada menos que en una comedia de suegras.

Sí, el bebé de mamá (Kristin Scott Thomas) se casó con una impúdica yanqui (Jessica Biel). Habrá sorpresas, vueltas de tuerca y a la larga algo de sinceridad.


Stephen Elliot se revela como un director poco apropiado para dirigir esta comedia. Le pone garra, arte y oficio, pero nunca termina de hallar el tono correcto. Y ése es el problema fundamental de esta comedia de Coward. Camina constantemente en el filo del drama y de la comedia y debe seguir allí sin desbarrancarse ni para un lado ni para el otro. Kristin Scott Thomas, Colin Firth (que ya se luciera en otro Coward llevado al cine: Relative values con la gran Julie Andrews) y Kris Marshall (el mucamo) tocan la cuerda correcta. La hermosa Jessica Biel y los demás jóvenes miembros del reparto se esfuerzan, corporizan sus personajes, y redondean buenos trabajos, pero no llegan nunca a jugar la comedia en el estilo correcto.


A pesar de estos reparos, creo que merece verse. Aunque más no sea por la agudeza y rapidez de los diálogos. Delicias así ya no abundan.


Ah, la bellísima canción del comienzo es de Noel Coward. Devolvámosle el piropo que él le endilgaba a medio mundo: Si no existieras, habríamos tenido que inventarte.

Un abrazo,
Gustavo Monteros

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